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Realizarse a través de la pastelería

Intentó seguir los cánones de su tradicional familia, pero a poco andar, decidió apuntar a lo que realmente quería hacer.

Paz Luengo Muñoz es la emprendedora tras el perfil de Instagram que lleva su nombre y en el que se puede apreciar todo tipo de bellos y coloridos diseños de tortas, especialmente para cumpleaños y matrimonios.  

La emprendedora penquista de 26 años partió haciendo pasteles antes de salir del colegio y, aunque siempre fue su sueño, decidió estudiar arquitectura, pero con la mente siempre puesta en alcanzar su meta de ser pastelera. “Soy de una familia bastante grande y convencional, por lo que, para mis padres, no era aceptable que yo estudiara gastronomía”. 

Estudió los primeros años de arquitectura hasta que la situación se le volvió insostenible, más que nada porque su motivación estaba en otra parte; sin embargo, agradece de la experiencia, haber desarrollado “un aguante muy grande y una de trasnochar mucho para seguir trabajando”.  

Una vez que dejó esos estudios, se trasladó a Santiago para estudiar pastelería y lograr los sueños. “Estudié en una escuela francesa (Ecole, Las Condes) y después me dediqué a hacer prácticas y empecé a aprender y, como por fin estaba haciendo lo que yo quería, le puse mucha energía”, explica sobre un periodo que logró completar justo antes de  la pandemia por Covid-19.  

APLICANDO APRENDIZAJES 

Tras ello, volvió a Concepción, pero, por la situación sanitaria no logró encontrar un puesto de y se vio obligada a emprender, preparando galletas que comenzó tímidamente a comercializar entre amigos y familiares. 

“Soy muy inquieta, ‘en los laureles', y viendo mi situación, aproveché una especie de bodega que tenían mis papás y ahí me instalé con mi cocina y empecé a vender galletas para el día del Mamá y me encargaron muchas más de las que yo tenía pensado y me tocó trasnochar mucho nuevamente, pero me fue bien”.  

“Me gustó mucho esa experiencia, me di cuenta de que podía trabajar sola, como independiente”, explica, “y mi papá fue el primero en apoyarme y así es que desde ahí me dediqué a hacer pedidos y, de a poco, empecé a ahorrar en plena pandemia, y empecé a interactuar por Instagram con concursos y todo, y me puse a hacer almuerzos, que no era algo que me gustara hacer, pero resultaba más rentable”.  

Paz afirma que siempre ha tenido la motivación por seguir aprendiendo, “tomar cursos, aprender a hacer cosas que no se hacen acá y afuera sí, así es que empecé a ahorrar”, y apenas se reabrieron las fronteras, “en 2021, me fui a estudiar a ”.  

PROYECTAR SU CONOCIMIENTO 

Desde entonces, ésa ha sido su dinámica de trabajo: trabajar algunos meses en Chile prestando servicios en diversos eventos como matrimonios, cumpleaños y cócteles, para poder ahorrar, para luego volver a viajar para seguir perfeccionándose. “Voy tomando cursos donde sepa que hay que todavía no llegan por acá a Sudamérica”.  

“Últimamente”, indica sobre su vuelta a Concepción a fines del año pasado, “me he dado cuenta de que me gusta mucho hacer clases, me gusta enseñar todo lo que he aprendido afuera, que más gente sepa y, aunque no estaba en mis planes, estoy haciendo cada vez menos pedidos para dedicarme más a enseñar lo que yo ya he aprendido”.  

Paz ya abrió su primera temporada de cursos y dice que  le fue muy bien. “Tuve una recepción súper buena, a pesar de que tenía miedo de que, al estar fuera de Chile, la gente no se iba a acordar de mí, pero no me ha pasado eso para nada, tengo alumnas y les encanta escucharme y me están pidiendo que aprender ciertas cosas para que después pueda enseñarles”.  

“He visto que muy poca gente sabe hacer las flores, que es mi fuerte en este momento y es lo que más me gusta hacer, pero también lo aprendí de forma autodidacta y después sí un par de cursos para perfeccionar, pero primero lo aprendí sola, viendo tutoriales y ahora me gusta decir que la gente que yo conozco acá en Concepción que sabe hacer flores es porque yo les enseñé”, afirma orgullosa.  

Finalmente, Paz destaca que tiene un taller donde dicta sus clases, donde, en pocas semanas, “han pasado de ser seis a cuarenta alumnas”. Para acceder a sus clases, hay que contactarla vía Instagram que, por el momento, es su único nexo comercial. “Actualmente, el 70% de mi tiempo lo dedico a las clases y el 30% a atender pedidos”, concluye la joven emprendedora.