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Desaceleración de China y su impacto local

Por Rafael Pérez, socio fundador de AzimuthZero.

Las exportaciones chinas han sufrido una pronunciada caída; 14,5% en julio, mientras que en Chile, el dólar ha escalado hasta los $870. Por otra parte, destacados economistas nacionales nos alertan sobre la inquietante noticia de que China enfrenta un período de deflación (índice de precios al consumidor negativo). En nuestro país, a pesar de las señales de control de la inflación y su dirección positiva, la economía aún revela fragilidad.

La presente situación indiscutiblemente suscita preocupación, especialmente entre los exportadores. Una reducción en la demanda por parte del gigante asiático tendría un impacto directo en las exportaciones chilenas. Aunque en China no se perciben de forma evidente los síntomas de esta contracción económica en la vida cotidiana, empiezan a emerger señales de disminución de la actividad en las fábricas durante las visitas a los proveedores. Incluso se ha llegado a observar que algunos proveedores operan de manera parcial.

Asimismo, aunque existe la expectativa de que el gobierno chino actúe y adopte medidas para revertir la fuerte disminución en las exportaciones, mientras eso no ocurra, enfrentamos una confluencia de factores con el potencial de afectar a nuestros clientes y a los consumidores locales. El segundo semestre se caracteriza por una mayor actividad en los sectores de consumo masivo y el minorista, impulsados por el incremento estacional de la demanda y eventos de envergadura comercial, como el CyberDay y la temporada navideña. Por lo que, un dólar fuerte incidirá en los costos de los productos y el transporte internacional, posiblemente desencadenando un efecto en los precios.

En otro orden de ideas, algunos economistas plantean una preocupación adicional. En declaraciones a la prensa, Tomás Izquierdo subrayó que «la significativa ligada a la industrial se encuentra en retroceso, ya que China ya no es una alternativa económica. En la actualidad, presenta costos de producción equiparables a los de México. En consecuencia, el impulso en la producción industrial por parte de las grandes multinacionales ya no está únicamente enfocado en China. No se trata de que las compañías abandonen por completo China, pero tampoco están realizando inversiones tan sustanciales como en el pasado».

La pérdida en la competitividad de ciertas industrias en el gigante asiático, sumada a las tensiones comerciales derivadas de los riesgos geopolíticos, ha propiciado que muchas empresas implementen una estrategia denominada «China+1». Esta estrategia conlleva a mantener una parte importante de la producción en China, y en paralelo se establece una matriz de proveedores en otros países asiáticos, con el propósito de disminuir la exposición a riesgos. Las grandes corporaciones multinacionales han venido aplicando esta estrategia durante varios años, sumando a China producción en países como India, Pakistán y Vietnam, entre otros.

En medio de esta coyuntura desafiante, es crucial que las empresas dispongan de una amplia gama de estrategias y soluciones para mitigar los riesgos y adaptarse. La diversificación de proveedores, la exploración de nuevos centros de producción en Asia, la inversión en innovación y , así como la eficiencia operativa, representan solo algunas de las alternativas capaces de posibilitar que las compañías naveguen exitosamente por estos momentos inciertos. Mantener la flexibilidad y la de adaptación en la toma de decisiones se torna esencial para aprovechar las oportunidades que puedan surgir, aun en medio de desafíos económicos como los que enfrentamos en la actualidad.