Tratar los pasos que tendría el acuerdo de no doble tributación entre Chile y Estados Unidos, y las oportunidades que implicaría para ambos países a nivel impositivo, fue el tema central de un conversatorio que organizaron la Cámara Chilena Norteamericana de Comercio (AmCham Chile) junto a la consultora internacional KPMG.
La gerente general de Amcham, Paula Estévez, y el socio principal de KPMG en Chile, Francisco Lyon, fueron los encargados de dar la bienvenida a los asistentes, y entregar el contexto de este Tratado, el que ha implicado un largo recorrido que data de 1998.
Posteriormente fue el turno de la directora de Amcham y Chair del Comité de Comercio Internacional, Kathleen Barclay, quien sorprendió a los asistentes dando a conocer que el pasado martes la cancillería chilena recibió la nota diplomática por parte de Estados Unidos, por lo que ahora solo faltaría su traducción y que sea enviada al Congreso para su aprobación final, y declaró que «estamos muy esperanzados que vamos a tener esto efectivo para ser utilizado a principios de 2024».
El panel de conversación fue liderado por Andrés Martínez, socio líder de consultoría tributaria de KPMG en Chile, y que contó con intervenciones de Javiera Suazo, socia de la firma consultora; Giorgio Massari, managing director international Tax KPMG USA; y Cristóbal Sáenz, finance manager senior en Hughes y Eduardo Muñoz, gerente de Negocios Internacionales de Elecmetal, quienes conversaron sobre los principales beneficios asociados al Tratado.
SERVICIOS PROFESIONALES Y TÉCNICOS
Para Javiera Suazo, el hecho de sumar este nuevo Tratado significa importantes cambios de remesas en el intercambio comercial de servicios profesionales y técnicos «ya que el convenio abre la posibilidad de que esa remesa no esté afecta a impuestos de retención en Chile, con el único requisito de que no haya un establecimiento permanente, quedando libre de tributación». A ello agregó que «hay que tener en cuenta la reforma de IVA, por lo que se libera de impuestos adicional pero queda afecto a IVA, el que será pagado por la filial chilena y puede usar eso como crédito fiscal. Y en el caso de los intereses, la tasa sería de 15% durante los primeros 5 años de su entrada en vigencia, y luego de esto pasaría a 10%».
Para Cristóbal Sáenz la principal oportunidad que se abre es el de «convertirse en el hub para Latinoamérica», lo que a su juicio sería posible gracias a «la calidad de los profesionales de Chile, que realmente pueden generar esta diferencia. Hoy día, nuestro país está tomando una preponderancia en la región en términos de administración. Los puestos regionales están viniendo hasta acá a hacerse cargo de posiciones y de la operación de otros países».
En esta línea, Andrés Martínez, añadió que «tener a Chile hoy día, con esta entrada más amigable en la región, nos pone en el primer lugar en el Cono Sur como plataforma, sumando alternativas que nos dan dinamismo, situándonos en un lugar privilegiado e incluso plantea la posibilidad de entrar a competir con otras jurisdicciones como México».
Finalmente, Eduardo Muñoz destacó como el beneficio más importante «el tema del pago de dividendos desde Estados Unidos hacia Chile. En el análisis de inversiones futuras para empresas chilenas que quieran instalarse en Norteamérica, es un universo de diferencia al comparar tasas y competitividad de distintas jurisdicciones. Todo lo que uno hace habitualmente en la evaluación de inversiones en jurisdicciones diversas, hoy día se ve extraordinariamente potenciado por este convenio».