Por Bernardo Suazo, arquitecto y presidente de la Cámara Chilena de la Construcción Concepción
La construcción, ese motor vital de la economía que refleja el progreso y la vitalidad de una sociedad, se enfrenta en la región del Biobío a una circunstancia desafiante. Las cifras recientes pintan un panorama preocupante: el índice mensual de la actividad de la construcción (INACOR) ha registrado un descenso anual del -9,1% durante diciembre de 2023, marcando así 26 períodos consecutivos de caída. Este fenómeno no sólo evidencia una tendencia negativa a largo plazo, sino que también sugiere una fragilidad estructural que merece una atención urgente y una respuesta estratégica por parte de todos los actores involucrados en el sector.
Es necesario explorar el trasfondo de estas cifras para comprender su verdadero impacto en la economía regional y en la vida de las personas. La disminución del 39% en la autorización de superficie para edificación, por ejemplo, no sólo representa una caída en términos absolutos, sino que también implica un retroceso en la capacidad de generar nuevos espacios habitacionales y de infraestructura que satisfagan las necesidades de una sociedad en constante evolución. Este fenómeno afecta la actividad económica en sí misma y tiene ramificaciones en la calidad de vida de los habitantes de la región, desde la disponibilidad de vivienda hasta la creación de empleo y el desarrollo de servicios básicos.
En este contexto, es crucial abordar de manera integral los desafíos que enfrenta el sector de la construcción en el Biobío. La pérdida de casi 15.000 puestos de trabajo en el último año, por ejemplo, refleja una contracción económica y además pone en manifiesto la vulnerabilidad de un sector que históricamente ha sido un importante generador de empleo en la región. Ante esta realidad, es fundamental buscar soluciones a corto plazo y adoptar una visión estratégica que fomente la diversificación y la sostenibilidad del sector a largo plazo.
No obstante, en medio de estos desafíos, vemos también oportunidades para el crecimiento y la innovación. El aumento proyectado del 6% en la inversión en construcción para el año 2024, por ejemplo, ofrece un rayo de esperanza en medio de la adversidad. Este incremento, impulsado por el repunte esperado en la inversión en vivienda de interés social e infraestructura productiva privada, no sólo podría contribuir a reactivar la economía regional, sino también a sentar las bases para un desarrollo más equitativo y sostenible en el futuro.
En conclusión, si bien es claro que el sector de la construcción en la región del Biobío enfrenta desafíos significativos en la actualidad, también es importante reconocer que estos desafíos pueden convertirse en oportunidades si se abordan de manera efectiva y colaborativa. Es hora de trabajar juntos para superar los obstáculos, promoviendo un desarrollo económico que sea inclusivo, sostenible y centrado en las necesidades reales de las personas y las comunidades.