La sequía es uno de los grandes problemas que afecta a La Araucanía, en especial en zonas rurales donde la falta de lluvia, junto a la inadecuada utilización del recurso, han puesto en déficit a cientos de familias que día a día deben racionar o esperar la ayuda de camiones aljibes para abastecerse.
Bajo esta premisa, el Centro Tecnológico Territorio Mayor de la Universidad Mayor de Temuco, comenzó en el año 2020 un piloto en comunas ubicadas principalmente en la zona de la cordillera de la Costa, como Purén o Nueva Imperial, donde según los datos recabados, podría recuperarse el recurso hídrico.
Erika Álvarez, directora del Centro Tecnológico Territorio Mayor, aclaró que se comenzó por un diagnóstico local que permitió seleccionar predios con la potencialidad de recuperar la disponibilidad del agua perdida en los últimos años, lo anterior, a través de la implementación de infraestructura verde y gris diseñada según la necesidad de cada predio.
“No quisimos generar falsas expectativas, fuimos muy claros en decirles a las comunidades que donde no se pudiera no íbamos a intervenir. Así partimos con un diagnóstico que fue validado por la comunidad, donde generamos soluciones viables de infraestructura verde, con recuperación de humedales, bosques de pantano, quebradas y, soluciones de infraestructura gris, donde se recrearon artificialmente los procesos para la recarga de agua con obras como jardines de lluvia, lagunas de regulación, pozos de infiltración, entre otra. El diseño fue predio a predio, así como la construcción y monitoreo, donde todo se realizó con los habitantes de los territorios”.
El programa estuvo financiado hasta enero del 2022 con aportes del Gobierno Regional, y durante este año ha sido la Universidad la que ha inyectado recursos. Es por eso que requirieron ayuda de instituciones privadas para el desarrollo de los proyectos donde Corma, a través de su empresa socia CMPC, aportó con árboles nativos para las plantaciones.
Marcelo Bonnefoy, Gerente de Corma Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, destacó la importancia que tiene este tipo de iniciativas en sectores donde la sequía afecta mucho más a las personas. “Nosotros tenemos tres ejes principales de acción, y uno de ellos es el relacionamiento comunitario con el entorno de nuestros socios y, por otro lado, es el buen uso del agua. Nos enteramos de este proyecto que busca recuperar fuentes de agua con la forestación de zonas nativas y donamos cerca de 1.500 especies endémicas del lugar”.
Entre las especies donadas y utilizadas para estos procesos de reforestación y protección están el Pitao, Coihue, Maqui, Quillay, Roble, Corcolén, pero también se han utilizado plantas para crear estratos vegetacionales asociadas a Nalcas, Helechos, Calle-Calle, Ñipa, además de utilizar como controladores de plagas especies aromáticas como Romero, Tomillo, Lavanda, entre otros.
Las comunidades
A la fecha, cerca de 300 familias de las comunas de Purén, Nueva Imperial, Teodoro Schmidt y Padre Las Casas, han sido beneficiadas con esta iniciativa. Ellas han participado no solo en los procesos de plantación y protección, sino también cambiando muchas de sus rutinas de trabajo para ayudar más rápido a la readaptación de los suelos y la recuperación final del agua.
Así lo cuenta Fresia Lienqueo, presidenta del APR El Peral de Nueva Imperial, cuyo sistema de abastecimiento se ha visto disminuido por la sequía y también por la cantidad de personas que han llegado al sector en los últimos años. “Siempre estuvimos muy interesados en este proyecto y no sabíamos cómo se hacía. Es un gran beneficio tener bosques nativos, el jardín de lluvia es maravilloso y esto ayuda a recuperar el agua, ya que las plantas van filtrando hacía el río que nos abastece”.
Para Nivia Tramolao, vecina del sector Ipinco Alto en Purén, este proyecto la ayudó a proteger un preciado espacio que tiene en su predio, un humedal que tiene juncos mayormente y solo en los bordes algunos árboles nativos.
“Acá nadie hacía nada por preservar los humedales o cuidarlos, y yo tenía muchas ganas de hacer algo. Cuando llegaron de la universidad me pareció muy lindo, porque era algo para toda la comunidad. Cerraron el humedal, lo protegieron y ahora tengo un bosquecito de plantas nativas que aportarán para cuidar el humedal, así que hemos participado en las capacitaciones y estamos muy felices”.
El trabajo en terreno
La directora del Centro Tecnológico Territorio Mayor, asegura que el proyecto comenzó entendiendo el ciclo hidrológico de estos sectores, con el análisis de suelo y las prácticas propias de los vecinos, todos factores que influyen en la disponibilidad de agua.
Érica explicó que “partimos entendiendo como una gota de agua llega a la hoja, al tronco y luego va al suelo a través de las raíces para alimentar un acuífero (agua subterránea), pero entendimos que el suelo es arcilloso, de baja porosidad, escasas raíces, soleado y le cuesta más infiltrar. Pero cual es el mayor problema, el cambio de uso de suelo que se ha hecho en los territorios. Acá hablamos de un uso permanente que tiene igual requerimiento cada año, por ejemplo, un año plantan trigo y a la otra cebada, los dos son cereales y tienen el mismo requerimiento nutricional, por lo tanto, ocupan los mismos fertilizantes y controladores de plagas afectando el suelo. Entonces cuál es la solución, volver a darle sanidad y porosidad al suelo y para eso, hemos trabajado con malezas, dado que son las que más rápido airea el suelo, mejora la estructura, genera materia orgánica y lo regenera”.
Todo este trabajo de protección a humedales, esteros y cuencas que alimentan distintos sistemas de APR, ha significado para el Centro Tecnológico Territorio Mayor, recortar los plazos de recuperación de agua, ya que las estimaciones preliminares aseguraban que “en 2 o 3 años se esperaban los primeros milímetros de agua, pero en todos los sectores donde las malezas han podido colonizar entre los árboles ha sido en un plazo de 8 meses, siendo necesario continuar el trabajo y avanzar en que calidad de agua es la que queremos recuperar”, concluyó Érica.