José Navarrete Oyarce, director Magíster en Tributación, Unab Concepción
A raíz de los graves temporales ocurridos en las últimas semanas en la zona centro sur del país, muchas familias han quedado sin energía eléctrica. Este hecho ha reflotado un debate sobre si las empresas estatales hubiesen sido más eficientes en esta situación. Esta disyuntiva no es nueva. Cada cierto tiempo, situaciones como esta reavivan el tema en la opinión pública.
Muchos políticos, de forma irresponsable a mi juicio, aprovechan estas instancias para promover la idea de que la empresa estatal es la solución a todos los problemas.
Es necesario analizar la verdadera conveniencia de tener empresas estatales en labores usualmente manejadas por privados. Es fundamental utilizar un argumento técnico.
Veamos algunos datos objetivos publicados por las propias empresas. Codelco, estatal, es una de las mineras más grandes del mundo. En 2022, tuvo un margen bruto de casi un 28%. Por otro lado, Minera Escondida, una empresa privada, tuvo un margen bruto de casi un 50% en el mismo periodo. Ambas venden su producción a precios similares, ya que el cobre es un commoditie. Por tanto, el mayor margen de Escondida se debe solo a su eficiencia. El 28% de margen de Codelco se explicaría por su ineficiencia. Caso similar es el de TVN, que frente a la competencia privada, muestra pésimos resultados.
Existe múltiple evidencia internacional que indica que el Estado es un mal administrador por diversos motivos. Por un lado, la rigidez laboral suele hacer que las empresas estatales sean estructuras pesadas y costosas. Por otro lado, la naturaleza presupuestaria y centralizada del Estado les resta dinamismo a las decisiones, en comparación con una empresa privada similar.
No se trata de defender la pésima gestión de las distribuidoras a cargo de las zonas afectadas, Enel y CGE fundamentalmente, sino de poner en evidencia que las empresas estatales en su lugar no tendrían un desempeño mejor. Todo indica que sus resultados serían peores. El gran dinamismo empresarial vivido por el país en la década de los 90 se debe, en gran medida, a la gestión de empresas que previamente fueron estatales.
Para reforzar esta tesis, veamos el caso de las empresas chinas, en una economía donde el Estado participa en todas las empresas. Sin embargo, esta participación es nominal y en la práctica, las empresas operan bajo la lógica de una empresa privada. El éxito mundial de las empresas chinas se debe precisamente a su buena gestión y al hecho de que el Estado no participe directamente en la gestión de ellas.
El llamado es a no darle “cantos de sirena” a la opinión pública cuando la evidencia indica lo contrario. En ese sentido, la clase política debe ser más responsable con la ciudadanía y propender a que la institucionalidad establecida funcione y sancione las falencias de las empresas involucradas.