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Por Constanza Reveco, docente de la Facultad de Diseño UDD, sede Concepción.
En la actualidad vivimos inmersos en un escenario de conectividad y comunicación sin fronteras gracias al dinámico y continuo desarrollo de tecnológicas que propagan múltiples ideas y creaciones de forma instantánea.
A raíz del constante progreso técnico fue que en el año 2.000 la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI) instauró el día 26 de abril como el Día Mundial de la Propiedad Intelectual en un contexto de cambio de siglo empapado de la globalización y transferencia de información.
En ese sentido, el siglo XXI y la deslumbrante digitalización dieron cuenta también de un fenómeno vinculado con el exceso de material que circulaba por todos los dispositivos y la aparente carencia de un autor intelectual que figurara detrás de la pantalla.
Fue así como los Estados miembros de la OMPI decidieron sensibilizar y reconocer a aquellos creadores de obras originales que producían continuamente en un escenario de aparente anonimato y cuya protección responsable se hizo inminente no únicamente a nivel local, sino internacional.
Chile no está ajeno al contexto de conectividad y circulación de información constante anteriormente descrito y es que, en el marco de la preocupación y el respeto por la producción intelectual, nuestro país también se adhirió al sistema internacional de protección de la propiedad intelectual.
Chile actualmente administra estas materias a través de políticas y organismos estatales que dan cuenta del interés concerniente a la propiedad intelectual mediante derecho de autor, no solo obras artísticas, también en programas computacionales (software). Este último demuestra igualmente el avance y proyección que tiene justamente el área de la Industria Creativa en nuestro país, un campo que cada día se desarrolla y cuyo crecimiento parece imparable.
Si analizamos brevemente el impacto y crecimiento económico exponencial de las Industrias Creativas regionales que nos entrega el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, salta a la vista que el robustecimiento de los sectores como el diseño, la música, audiovisual o artes visuales que no detienen su avance y evolución.
El escenario anterior demuestra igualmente que la sociedad contemporánea exige y necesita del consumo de obras de aquellos que han puesto sobre la palestra su material inédito y original, expandiendo de esta manera una producción innovadora que poco a poco va formando parte de nuestra identidad cultural local y nacional.
Actualmente, no podemos quedar indiferentes a este escenario mundial de hiperconectividad y distribución masiva de obras intelectuales. En dicho contexto es responsabilidad de todos respetar el trabajo de autores que cada día nos deleitan, nutren, divierten y enriquecen con sus creaciones.
Hoy en concreto celebramos a los mencionados artistas y creadores de obras originales, pero el compromiso de reconocer su autoría diariamente parece ser aún una labor pendiente que debemos reflexionar, interiorizar y poner en práctica con compromiso y respeto.
