Por Jorge Rivas A., Director Autopistas Latam Globalvia y Consejero del Centro de políticas de Infraestructura
La elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos en 2024 no solo marca un cambio político significativo, sino que también invita a una profunda reflexión sobre el futuro del ESG (Ambiental, Social y de Gobernanza).
Si bien las posturas de su administración, apoyadas por un Congreso mayoritariamente republicano, podrían representar un retroceso en regulaciones clave, este momento también ofrece a las empresas la oportunidad de reafirmar y fortalecer sus compromisos con el desarrollo sostenible, demostrando que los principios ESG no son solo tendencias pasajeras, sino pilares fundamentales para construir un futuro más resiliente y equitativo.
En Estados Unidos, las empresas enfrentan un entorno polarizado. Por un lado, los inversores institucionales continúan exigiendo transparencia, diversidad, inclusión y sostenibilidad ambiental. Por otro, la administración republicana cuestiona estas iniciativas, calificándolas como barreras regulatorias innecesarias. Este escenario obliga a los directorios empresariales a mirar más allá de los desafíos inmediatos y enfocarse en estrategias que integren el ESG como un componente esencial de su propósito corporativo.
Este debate no se limita a Estados Unidos. En Chile, las empresas tienen una oportunidad única de liderar con el ejemplo, posicionando las prácticas ESG como una herramienta clave para el desarrollo sostenible y la creación de valor a largo plazo. Sectores como la infraestructura, por ejemplo, han demostrado que es posible alinear objetivos estratégicos con beneficios sociales y ambientales, logrando un impacto positivo tanto en las comunidades locales como en el entorno.
El caso chileno evidencia cómo la integración del ESG puede transformar industrias. A través de iniciativas como la colaboración con comunidades rurales, proyectos ambientalmente responsables y programas de educación vial, las empresas han demostrado que el progreso económico y el impacto social positivo no son mutuamente excluyentes.
Este modelo no solo fortalece la confianza de los stakeholders, sino que también posiciona a las empresas como líderes en la construcción de un país más justo y sostenible.
En un entorno global donde las reglas pueden cambiar rápidamente, como se observa en Estados Unidos, las empresas deben estar preparadas para adaptarse sin perder de vista sus objetivos a largo plazo. Esto requiere una gobernanza corporativa que incorpore el ESG como un eje central, más allá de cumplir con normativas o responder a presiones externas.
Los directorios desempeñan un rol crítico en este proceso. Su capacidad para equilibrar las demandas de los inversores, las comunidades y los cambios regulatorios, mientras se mantienen fieles a los valores fundamentales de la empresa, será clave para garantizar el éxito en el futuro. Esto implica no solo revisar constantemente la efectividad de las acciones, sino también fomentar una cultura corporativa basada en la innovación, la transparencia y el compromiso social.
El ESG no es un campo de batalla donde unos ganan y otros pierden. Es, más bien, una plataforma de colaboración donde las empresas, los gobiernos y las comunidades pueden trabajar juntos para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Aquellas empresas que integren el ESG como parte de su ADN corporativo no solo sobrevivirán, sino que prosperarán en un mundo donde el cambio es la única constante.
En este sentido, las concesionarias de infraestructura en Chile son un ejemplo inspirador. Sus esfuerzos por generar valor compartido a través de programas de desarrollo comunitario, sostenibilidad ambiental y apoyo en situaciones climáticas adversas muestran que es posible liderar con propósito, incluso en contextos complejos.
El futuro pertenece a las empresas que, con visión de largo plazo, adaptabilidad y valentía, asumen el desafío de ser agentes de cambio positivo. La elección no es entre avanzar o retroceder, sino entre actuar con determinación y construir un futuro más sostenible para todos.
