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Por Paulina Molina Fernández, Directora Nexo Inclusivo y Fundación Neo Inclusión

El primer cuatrimestre del año viene marcado por muchos hitos relevantes para la diversidad e Inclusión en nuestro país, entre ellos marzo fue el mes de la mujer, en el que se conmemoran las manifestaciones realizadas a principios del siglo XX en Europa y en Estados Unidos  con el fin de exigir mejores condiciones laborales y el derecho a voto femenino, marcado por un trágico acontecimiento: El incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist en 1911, que causó la muerte de 146 trabajadoras, la mayoría de ellas mujeres jóvenes inmigrantes. Razón por la cual el 8 de marzo se conmemora el día internacional de la mujer y no se celebra.

Por otro lado, el 1 de abril se cumplieron 4 años de la entrada en vigencia de la 21.015, la cual incentiva la inclusión de las personas con discapacidad. Lo que nos otorga una especial oportunidad para realizar un análisis y balance de los resultados de la implementación de ésta en las organizaciones que cuentan con una dotación sobre 100 personas y sobre aquellas estrategias exitosas que consideran a más de un colectivo de la diversidad.

La historia nos muestra la gran exclusión social que han sufrido los colectivos de la diversidad y las terribles consecuencias de no hacernos cargo a tiempo de su verdadera inclusión y participación social.

En Chile ser mujer, con discapacidad y migrante son 3 atributos que restringen la participación social y laboral de forma preocupante, coletazo de una educación elitista y segregadora. Si hoy se requiere capacitar a nuestro entorno para lograr el respeto hacia la diversidad, es el resultado de ello, de la falta de diversidad en nuestra cotidianidad, cuando jugábamos en el pasaje o cuando estudiamos en el colegio o universidad. Es relevante dejar de ver la inclusión y diversidad como un favor, ya que todos somos migrantes dependiendo del punto histórico en el que nos situemos, todos tenemos una madre, hermana o amiga y todos podemos presentar algún tipo de discapacidad (incluso sin saberlo).

Ahondando en estrategias exitosas, junto a mi , hemos tenido la oportunidad de asesorar empresas de diferentes rubros en el desarrollo de su de diversidad e inclusión, en la implementación de la ley 21.015 y desarrollo de cultura inclusiva. Cuyo resultado es exitoso cuando tenemos 4 elementos integrados: Gobernanza con participación de los altos mandos plasmado en una estrategia de implementación, análisis interno de la empresa y sus colaboradores con discapacidad, para el desarrollo de cultura inclusiva y análisis de los flujos de R&S para lograr inclusión libre de sesgos inconscientes (universal).

Avanzar hacia el desarrollo integral de los cuatro elementos requiere un fuerte compromiso organizacional  y hay entidades que así lo entienden. Tras un año y medio de asesoría hemos sido testigo de cómo uno de nuestros clientes del rubro minero logró sobrepasar el 1% en todos sus Rut o empresa y, en uno de ellos, inclusive alcanzar el 2% de inclusión. Pero esto no se trata solo de una cuota de inclusión, se trata de cuan profundo ha calado en la organización el cumplimiento de sus metas y qué medidas activas está dispuesta a tomar para cumplirlo, como la de género, derribar sesgos inconscientes frente la inclusión de PcD, proponerse metas de participación en formación de líderes y sus equipos, gestionar de forma eficaz los ajustes razonables que se requieran y finalmente, pero no menos importante: la confianza. La confianza que sienten los colaboradores al hablar de su situación de salud sin sentir que serán subvalorados, cuestionados o discriminados. 

En definitiva, es urgente trabajar en estos elementos si esperamos resultados reales en nuestra sociedad, organización y en nosotros mismos.