Por Alberto Texido, académico FAU U. Chile, consejero del Consejo de Políticas de Infraestrtuctura.
Se denomina infraestructura verde a las grandes obras públicas que resultan de un proceso múltiple que facilita la adaptación y resiliencia, entendidos como criterios que se incorporan tempranamente al diseño de las ciudades enfrentadas al cambio climático.
Este año, los ministerios de Vivienda y Urbanismo, Medio Ambiente y la FAO acordaron llevar adelante la “Estrategia Nacional de Infraestructura Verde”, que busca integrar soluciones basadas en la naturaleza en áreas urbanas y periurbanas. Esta iniciativa se implementará en 2025, siendo que solo el 15,4% de las comunas logra 10 m² de área verde por habitante.
Pero más que eso: los proyectos de infraestructura pública, mixta y privada nos exigen priorizar una planificación preventiva, con capacidad cierta de proteger y mitigar eventos como inundaciones o incendios, incluyendo reubicaciones.
Las energías limpias, aguas ante la sequía y vías de conexión o evacuación, darán soporte a espacios públicos bien vegetados, de bajo consumo hídrico y que enfrían el aire, protegen la biofauna, absorben carbono y mejorarán nuestro habitar.