Se debe invertir en medidas de prevención y mitigación de efectos de emergencias climáticas como la que vivimos actualmente en el centro sur del país.
“En Chile, se ha avanzado poco en el desarrollo de proyectos de adaptación y resiliencia en las ciudades que deberían contar con planes de acción para la adaptación al cambio climático, como lo establece la Ley Marco de Cambio Climático, vigente desde el año 2022”, afirmó el académico del Departamento de Planificación y Diseño Urbano de la U. del Bío-Bío, Sergio Baeriswyl Rada, al ser consultado por este medio, sobre las medidas que ha faltado implementar para prevenir o mitigar los efectos de episodios climáticos como el que estamos viviendo.
Falta de Inversión y Planificación Urbana
Baeriswyl, Premio Nacional de Urbanismo (2014), precisó que “no se ha focalizado inversión programada para aumentar la resiliencia de las ciudades. Realizar obras de mitigación, desarrollar planes maestros de aguas lluvias, actualizar los planes de ordenamiento territorial y reducir los efectos socionaturales adversos son acciones necesarias. Y, por otro lado, las ciudades siguen creciendo y aumentando su vulnerabilidad”, enfatizó el urbanista.
En tanto, el presidente de la CChC Concepción, Bernardo Suazo Peña comentó que “el problema fundamental es que la planificación urbana va detrás del crecimiento urbano. Puede estar planificada una infraestructura, pero las inversiones, generalmente centralizadas, llegan después de que la ciudad ya ha ido creciendo”.
Por ello, explicó Suazo, “las medidas para mitigar los efectos de temporales como éste, en realidad, no competen a la planificación urbana. Sino más bien a los programas de inversión de los ministerios involucrados como Obras Públicas, Vivienda o los servicios como Serviu y las propias municipalidades”.
Ruta crítica
En nuestra zona, un caso emblemático de esta situación que año a año se repite es el de la Ruta de la Madera. Si bien es posible establecer una relación entre los masivos incendios forestales del verano pasado y consecuencias como los deslizamientos de material, el académico del Departamento de Ciencias de la Tierra de la U. de Concepción Mauricio Espinoza Vargas explicó que “hay ahí una condición subyacente referida al tipo de roca y suelo del sector. Es una roca bastante antigua, de muchos millones de años, que ha sufrido muchos procesos geológicos. Está debilitada o fracturada internamente y esa debilidad interna hace que sea más fácil que se vaya cayendo en fragmentos, como hemos visto que hay muchos deslizamientos en bloque en la zona”.
El también Dr. en Ciencias Geológicas especificó que “el sector donde se concentran las remociones en masa es en el codo que hay en Patagual, donde el río Biobío da un quiebre muy abrupto a la altura de Hualqui por el frente. Ahí hay algunas estructuras, fallas y fracturas que generan una pendiente muy abrupta del terreno, que sería la segunda razón, porque aumenta la posibilidad de que las rocas puedan caer”.
Baeriswyl añade que “el desafío de las ciudades es, ante todo, planificar bien sus territorios y evitar la ocupación de áreas vulnerables e invertir más recursos en medidas de mitigación y adaptación.
La vulnerabilidad de la Ruta de la Madera
Y, en ese sentido, las condiciones del relieve han hecho que la Ruta de la Madera sea siempre una ruta compleja, muy expuesta y vulnerable. Es una ruta muy relevante y ha prestado enormes servicios de conectividad a las comunidades y la actividad económica del sector sur del río Biobío. Pero, claramente ha mostrado grandes problemas, que debieran llevar a priorizar la inversión de rutas alternativas para asegurar la conectividad de este sector”.
En este caso específico, complementó Suazo, “el tema es cómo se generan las obras necesarias para que esa ruta sea segura. En los caminos, es necesario generar obras anexas a la construcción del camino, como muros de contención o sistemas de drenaje adecuados. Sin embargo, muchas veces no generan estas obras debido a la situación del terreno y, quizás, a los presupuestos.