Por Mg. Luis Seminario Salas, ingeniero en Industrias Alimentarias, académico Dpto. Agroindustrias, Fac. Ingeniería Agrícola, UdeC.
El 22 de abril se celebra el «Día Internacional de la Madre Tierra«, y en este contexto, me parece oportuno plantear una breve reflexión sobre las consecuencias de nuestra presencia como especie, sobre las condiciones en que se encuentra el planeta y la sostenibilidad de los sistemas alimentarios de los que depende la salud y supervivencia de las poblaciones.
De acuerdo con recientes investigaciones, hoy la Tierra se encuentra fuera del espacio operativo seguro para la humanidad. En términos de salud planetaria, hemos superado seis de los nueve límites planetarios (propuestos por el Stockholm Resilience Centre). Estamos cambiando las condiciones de la Tierra de forma que podría dejar de ser un lugar hospitalario para la humanidad y las civilizaciones tal como las conocemos hoy.
EL CAMBIO CLIMÁTICO
El Cambio Climático es una realidad, y lo experimentamos día a día, cuando nos vemos expuestos a incendios, inundaciones y sequías. Según la Comisión Europea, «los sistemas alimentarios siguen siendo uno de los principales impulsores del Cambio Climático y la degradación del medio ambiente». Como en una suerte de efecto mariposa, el Cambio Climático se retroalimenta de la actividad de estos sistemas y a su vez, éste devuelve sus efectos a los sistemas cada vez en mayor medida como si se tratara de una espiral que crece en cada ciclo.
Desde esta perspectiva, los efectos sobre la sostenibilidad de los sistemas alimentarios son desafiantes y de no tomar medidas remediales se podría alcanzar una suerte de «punto de no retorno», especialmente en lo que a recursos naturales se refiere. Existen varios ejemplos a la vista y que no nos son ajenos, como el caso de la producción de paltas y el agotamiento del recurso hídrico, producto cuyo precio ha subido a niveles históricos, en buena medida, debido la escasez de zonas que cuenten con la disponibilidad de agua suficiente para este cultivo, altamente demandante del vital elemento en comparación con otras frutas.
Existen otros ejemplos más críticos, como el sistema del cacao para la fabricación de chocolates, que deforesta bosques, produciendo no solo la degradación de los suelos y escorrentías que terminan en el mar, sino que afectando el hábitat de diversas especies.
IMPACTO DE LOS SISTEMAS ALIMENTARIOS ACUÍCOLAS
Sobre los sistemas alimentarios acuícolas, también se han hecho simulaciones asociadas a la pérdida de nutrientes por el calentamiento global, y se ha llegado a la conclusión de que, si sube en 4°C la temperatura promedio del mar, la pérdida será de un 30% en las zonas de países de menores ingresos. Esta proyección se cumpliría el año 2100.
Frente a este escenario, es importante pensar y rediseñar los sistemas alimentarios hacia una forma más sostenible. Es imprescindible que estos sistemas cuenten con el aporte del capital humano especializado y los recursos necesarios para llevar a cabo la transformación que se requiere para transitar hacia la sostenibilidad. Y esto tiene que ser abordado de manera casi inmediata. Poder contar con profesionales del área, como ingenieros civiles agrícolas, que son expertos en el manejo, gestión y optimización de los recursos hídricos o ingenieros ambientales, cuya visión sistemática del medio les permite, junto a otras disciplinas, diseñar y poner en práctica estos entornos sostenibles con un componente de resiliencia ambiental, constituye una excelente alternativa para hacer del planeta un lugar más seguro y amigable para las futuras generaciones.