Por Eduardo Barrueto Mercado, académico Facultad de Economía y Negocios Universidad Andrés Bello.
La recuperación del ambiente de negocios para las pequeñas y medianas empresas (Pymes) en Chile, luego de enfrentar los embates tanto del devastador terremoto y tsunami de 2010 así como de la pandemia de COVID-19, ha sido un proceso que ha puesto a prueba la resiliencia y adaptabilidad de la estructura empresarial del país. Estos eventos catastróficos no solo causaron pérdidas humanas y materiales significativas, también desafiaron la supervivencia y crecimiento de las Pymes, parte crucial del tejido económico chileno.
Se estima que las PYMES representan el 98,6% de las empresas que existen en Chile, con ingresos anuales que, dependiendo de su tamaño, pueden alcanzar desde las UF 2.400 hasta un máximo de UF 100 mil por ventas, servicios u otros. Además, concentran el 65,3% de los empleos formales.
El terremoto de hace 14 años, uno de los más potentes registrados en la historia, dejó un impacto duradero en la economía chilena. La pérdida alcanzó los 30 mil millones de dólares, equivalentes al 18% del PIB nacional de 2009. En total US$10.357 millones de ellos en infraestructura privada, US$10.538 millones en infraestructura pública y cerca de US$9.000 millones en daños indirectos o bienes y servicios que se dejaron de producir.
Las empresas chilenas se vieron fuertemente afectadas, alcanzando la mayor contracción en las PYMES, con un 51% de rebaja en los ingresos por ventas, como también un acceso limitado de financiamiento, debido al aumento de los costos financieros que produjo la catástrofe.
Posteriormente, la pandemia de COVID-19 desencadenó una crisis económica sin precedentes. En Chile, el impacto se tradujo en una contracción significativa del Producto Interno Bruto (PIB), que tuvo un retroceso de 5,8%. Estas cifras, sumadas a un importante aumento del desempleo, afectaron nuevamente a las pequeñas y medianas empresas y pusieron a prueba otra vez su capacidad de adaptación.
La recuperación del ambiente de negocios en Chile es un caso de la resiliencia y adaptabilidad que lo posiciona como lideres en innovación y emprendimiento, ocupando al 2023 el lugar 15 en el mundo, según el indicador de creación de empresas Doing Business y primer lugar en emprendimiento en la región y como el segundo país en Latinoamérica en el índice global de innovación.
Las Pymes han implementado diversas estrategias y medidas de apoyo. El acceso a mecanismos de financiamiento público, como SERCOTEC, CORFO y SERNATUR, ha sido fundamental para proporcionar ayuda directa, subsidios y líneas de crédito especiales. Asimismo, la colaboración dentro del ecosistema empresarial, a través de redes de apoyo y colaboración, ha permitido compartir recursos, información y buenas prácticas para impulsar la recuperación.
La pandemia aceleró la incorporación de tecnologías digitales, impulsando el crecimiento del comercio electrónico y herramientas de marketing digital e inteligencia artificial. Además, la implementación de planes de continuidad de negocio, destacando la importancia de la planificación y gestión del riesgo en la resiliencia empresarial.
Estos planes, que incluyen la planificación y control presupuestario, evaluaciones de riesgo y estrategias de marketing digital, que son fundamentales para garantizar la capacidad de adaptación y supervivencia de las Pymes frente a futuros desafíos.
Pese a este difícil periodo, la economía chilena ha demostrado su capacidad de recuperación. El país ha mantenido un fuerte liderazgo en el ecosistema de innovación y emprendimiento, posicionándose como uno de los principales destinos para la creación de empresas en América Latina.
Además, se ha observado un crecimiento constante en el número de startups chilenas, reflejando el espíritu emprendedor y la capacidad de innovación del país. Sin embargo, es fundamental continuar trabajando en la implementación de medidas que fortalezcan la resiliencia empresarial y promuevan un crecimiento económico sostenible a largo plazo.