Cuando en una región forestal como la del Biobío existe un déficit de unas 90 mil viviendas, según catastro de la Cámara Chilena de la Construcción Concepción, es posible pensar que la madera es la materia prima por excelencia para terminar con esa carencia. Sin embargo, una serie de factores técnicos y burocráticos, principalmente, han venido jugando en contra de acciones más decididas que permitan avanzar con mayor celeridad en la solución de este tremendo problema social.
Frane Zilic Montanari, arquitecto de la Universidad del Bío-Bío, director del Magister de Construcción Industrializada en Madera- n Cima UdeC, gerente del Programa Estratégico Regional (PER) de Industrialización de Construcción de Viviendas en Madera de Corfo y coordinador de la Mesa Futuro Forestal para un Chile Sostenible, en conversación con este medio, puso en el tapete lo que hoy está tras bambalinas en esta materia.
Admite que enfrentamos un déficit habitacional en el país y en la región, pero que éste es un problema global. “Este déficit está presente en toda América Latina, incluso hay situaciones bastante peores que las nuestras y que hay que enfrentar también con una mirada global”, señala.
Es que hay que tratar de entender donde está la raíz del problema, dice. “Los factores son múltiples, pero principalmente tienen que ver con un cambio en la forma de hacer la construcción que necesitamos llevar adelante. Hoy la construcción tradicional (en madera) es una gran artesanía y necesitamos pasar a un proceso industrial para poder medir, incorporar tecnología, para poder acelerar los procesos, para hacerlos más confiables y repetibles. Esto no significa tener procesos estandarizados, sino estandarizar los procesos no los resultados. Es decir, tener un sistema de manufactura industrial flexible que nos permita atender a las diversidades de edificación que se necesita hacer”, señala.
- ¿Siente que esta región está más preparada para avanzar en ese modelo o sistema que propone?
- Esta región tiene muchos de los ingredientes que se necesitan para esto. Tiene las universidades, tiene el aprovisionamiento de madera, tenemos la urgencia, tenemos polos productivos que hacen otras cosas, materiales e insumos para ello. Hay un ecosistema preparado para la diversidad de productos que se necesitan, por lo tanto, acá se conjugan todos los ingredientes.
- ¿Qué pasa entonces que las soluciones no avanzan? ¿De qué depende?
- Depende de una serie de factores. Hay aspectos normativos; en el caso de la edificación hay cambios que necesitamos hacer para que el umbral mínimo de calidad sea suficiente para garantizar la durabilidad de la edificación, por ejemplo. Necesitamos también enfocarnos en los procesos productivos que son distintos a los que se hacen ahora y hay mucho miedo por parte de los constructores como de los aserraderos, de meterse en un nicho nuevo, en una situación, además, en que la construcción está trancada. Por lo tanto, hay que meterse en un negocio nuevo cuando ese negocio nuevo no está andando. Entonces siempre es difícil al principio y esta es justamente esa situación.
- ¿La pandemia y los retiros de los fondos de pensiones dinamizaron la construcción en madera, se elevaron los precios del suelo, principalmente rural y se generó un crecimiento de pequeñas y medianas empresas constructoras, por lo tanto, el sistema funciona o no?
- “El sistema funciona, pero está trancado. En pandemia los precios de los productos se dispararon. Tradicionalmente, lo que subía era el costo de la mano de obra que se disparaba y el precio de los productos se mantenía más o menos estable. Hoy hemos vuelto un poco a la normalidad, pero con precios de los productos por encima de los que existían prepandemia, pero la mano de obra que en este sistema de construcción tradicional también se ha ido envejeciendo, aumentando la accidentabilidad, encareciéndose, siendo menos confiable, con menos capacidad de trabajo, por lo tanto, la productividad ha caído. Tampoco es una actividad atractiva para los jóvenes, porque ven un entorno muy duro, inhóspito y arduo de trabajo. Hay que trabajar al aire libre, al sol, con mucha fuerza física, en el fondo hay pocas herramientas adecuadas para lo que necesitamos hacer. Es más parecido entonces a un proceso artesanal que industrial”.
- De acuerdo con cifras de la Cámara de la Construcción hay unos 60 mil empleos perdidos en el sector, por lo tanto, disponibles.
- “Tenemos menos mano de obra y con escasa calificación. No hay una exigencia de tener personal profesional en la ejecución de las obras y eso lleva a una situación de informalidad de cerca del 35% en el sector construcción y eso afecta también a la confianza que tengamos en ese resultado final. Creo que el gran costo de la edificación hoy día es una derivada de la acumulación de desconfianzas que existe en torno al proceso, tanto por parte del arquitecto como del constructor, del municipio y toda la permisología como también de las constructoras, los bancos, las aseguradoras, etc. todo eso suma y le agrega unos márgenes muy altos que tiene englobar en una alta incertidumbre y necesitamos reducirla, necesitamos procesos más ágiles, más limpios”.
- ¿En la Mesa que usted participa hay sugerencias de política pública para resolver estas incertidumbres que usted describe y poder avanzar en la reactivación del sector construcción en general, dada su relevancia como actividad económica?
- “Efectivamente hay algunas cosas. Tenemos que trabajar en temas normativos para asegurar que la construcción en madera sea lo suficientemente durable y recupere la confianza que en algún momento tuvo. Hoy la gente piensa que se le va a pudrir, se va a quemar, etcétera y no quieren saber nada con la madera, y esa misma opinión está instalada en los bancos, en las constructoras y en el cliente final que prefiere una casa de hormigón o de ladrillo porque cree que va a ser mejor y la verdad es que no es así. Si algo sale mal en una construcción en madera es porque alguien hizo mal el trabajo. Necesitamos instalar esas condiciones de trabajo mínimas para generar esas confianzas y necesitamos revisar los procesos de licitación y de inspección pública para acomodarse a estos procesos industriales que tienen una lógica completamente distinta. Yo no voy a ir a inspeccionar a la obra en terreno durante el proceso, sino que tengo que ir a la fábrica. Los tiempos de ejecución en terreno son muy cortos y eso significa que la coordinación con la inspección en terreno también tiene que ser corta. No podemos demorarnos cinco meses en recibir una obra que demoró 5 días en ser montada”.
Para cerrar, el arquitecto Frane Zilic relevó que también es necesario tener un dimensionamiento claro de cuáles serán nuestros requerimientos de madera para poder planificar todo el sector forestal que también necesita incentivos. Tenemos terrenos que están altamente erosionados, que necesitan una cobertura vegetal, concluyó el gerente del Programa Estratégico Regional (PER) de Industrialización de Construcción de Viviendas en Madera de Corfo y coordinador de la Mesa Futuro Forestal para un Chile Sostenible.