El Golfo de Arauco es uno de los sistemas costeros más importantes del país, con características oceanográficas particulares, gran presencia de biodiversidad y de especies de interés comercial para la pesca y acuicultura de pequeña escala. A su vez, esta particular zona enfrenta desafíos complejos en un espacio costero donde conviven actividades industriales, portuarias y socioeconómicas que requieren una mirada integrada.
Ejemplo de esto es que el Golfo cuenta con la mayor cantidad de observaciones de varazones históricas a nivel nacional, fenómeno que ha ido en aumento tanto por los mejores registros como por factores ambientales. Así, las comunas de Coronel, Tomé y Arauco, han sido las más afectadas, lo que impactan directamente en las actividades productivas y de subsistencia de las comunidades costeras en la zona.
También, fenómenos como el afloramiento de aguas profundas frías o “surgencia”, llevan a la superficie nutrientes que sustentan la productividad de la zona, pero también aguas frías, ácidas y con poco oxígeno, que interactúan con una de las descargas de agua dulce más importantes de Chile y un cañón submarino que lo divide, que tiene un rol en las corrientes marinas que, por el momento, es desconocido.
Además, esta es un área de múltiples usos, en donde coexisten importantes pesquerías bentónicas y pelágicas, acuicultura de pequeña escala, turismo, actividades industriales y una profusa actividad portuaria. Lo anterior, genera una necesidad de planificación y gobernanza territorial integrada que considere estos y otros factores, que empuja a contar con una mirada interdisciplinaria para abordar los desafíos de sustentabilidad para el golfo.
Complejidad y vulnerabilidad
“El Golfo de Arauco es una zona con alta complejidad, donde interactúan una serie de actividades humanas y que actualmente presentan vulnerabilidad, producto no solo de esta multiplicidad de actividades antrópicas, sino por los efectos del cambio climático, que también impacta a otras zonas costeras de Chile”, explica Cristian Vargas, académico de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción e investigador de los Institutos Milenios en Socio-Ecología Costera (SECOS) y de Oceanografía (IMO).
El también investigador del Centro de Ciencias Ambientales EULA-Chile y co-organizador del simposio, resaltó la necesidad de estudiar con mayor profundidad la interacción del río Biobío con la zona costera, que según varios estudios científicos, es capaz de transportar cientos de toneladas de nutrientes hacia el mar, necesarios para múltiples procesos biológicos de especies que habitan el ecosistema marino, como el sílice, el fósforo y el carbono, entre otros. “El agua del Biobío no se pierde en el mar, es clave para muchos organismos y, por lo tanto, para las actividades de pesca y acuicultura que se realizan”, añadió en su presentación.
“Durante el seminario, conversamos sobre lo importante que es conocer la dinámica que tiene el Golfo Arauco para la sustentabilidad de la costa de la octava región. Pero tenemos que pensar que los ríos, además de transportar nutrientes, también tienen el riesgo de llevar hacia el mar muchos de los contaminantes que resultan de la actividad humana que se desarrolla en las cuencas, como los plásticos, metales, pesticidas u otros elementos, por lo que es importante abordarlo de manera integrada”, agregó Vargas.
Por su parte, Ricardo Barra, director del Centro EULA de la Universidad de Concepción e investigador SECOS, puntualizó la necesidad de concentrar esfuerzos para conocer mejor este sistema. “El cañón del Bío-Bío juega un rol relevante en transportar el flujo de agua hacia la zona costera, lo que explica la riqueza y la productividad que esta zona tiene. Pero también, el Golfo de Arauco está sometido a las amenazas de los cambios, como las floraciones algales que impactan a quienes viven de la actividad pesquera y el turismo por ejemplo, u otros fenómenos que es muy probable que se vayan intensificando con los cambios que estamos observando en los patrones climáticos y oceanográficos en esta región”.
Transdisciplina y co-creación
En la instancia participaron personas de la academia y la ciencia, así como también tomadores de decisiones provenientes de los sectores público y privado, como municipios de San Pedro de la Paz, Coronel, empresas pesqueras y comunidades. Así, el seminario puso foco en que la colaboración entre los distintos actores es clave para entender la interacciones entre ecosistemas y comunidades en esta parte de Chile.
“Se trata de articular una mirada común. En ese sentido es clave que institutos como el IMO, el SECOS y el EULA colaboren y que, a la vez, reconozcamos que en las comunidades que están en el Golfo de Arauco hay un conocimiento muy útil y complementario al de la ciencia. De esta manera, podremos ir co-construyendo hacia la sostenibilidad de la zona, desde el punto de vista productivo, turístico y de las comunidades que se desarrollan a lo largo de este complejo sistema. La construcción de colaboración y el establecimiento de las confianzas entre los actores involucrados es vital si queremos avanzar a metas más ambiciosas, pero con una sólida base científica”, explica Ricardo Barra, también investigador del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería (CRHIAM).
“Necesitamos avanzar hacia una transdisciplina, lo que significa unir tipos de conocimientos diferentes. En ese sentido, seminarios como el de hoy son puntas de lanza hacia dónde tenemos que avanzar si es que realmente queremos hacer un cambio en términos de sostenibilidad. La evidencia ha demostrado que necesitamos integrar diversos tipos de conocimientos para ello, porque un tipo por sí solo, no lo va a lograr”, comenta Stefan Gelcich, director del Instituto Milenio SECOS y académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica.
Así, ciencias biológicas, físicas y sociales fueron abordadas en 9 presentaciones y en una mesa redonda al final del encuentro, que permitió dialogar y relevar importantes desafíos como el monitoreo de las condiciones del golfo, la inter y transdisciplina y la necesidad de contar con mejores herramientas de gobernanza y ordenamiento territorial.
“En Chile existe poca tradición de incorporar a las comunidades al inicio de las investigaciones e incorporar conocimientos ancestrales y locales en la co-creación de nuevo conocimiento científico. A través de esta integración de saberes, del diálogo y la colaboración, se puede generar un conocimiento capaz de abordar problemas complejos en los territorios costeros. El enfoque de inter y transdisciplina proveen una tremenda oportunidad para reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia social en la zonas costeras”, finalizó Carolina Martínez, académica de Geografía UC, directora del Observatorio de la Costa e investigadora SECOS y CIGIDEN.