Asistencia en Salud se mantiene como una necesidad poco cubierta.
Buenas noticias trajo la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional, Casen, ya que la mayoría de las regiones del país presentaron bajas estadísticamente significativas en la pobreza multidimensional en comparación a la encuesta Casen 2017, destacando Ñuble (-9,2 pp), La Araucanía (-7,2 pp), Coquimbo (-6 pp), Aysén (-5,6 pp), Los Lagos (-4,9 pp) y Magallanes (-3,6 pp).
Las regiones que presentan las tasas más bajas de la pobreza multidimensional son Magallanes (6,9%), Aysén (14%), Biobío (14,1%) y Maule (15%).
La pobreza extrema también registró una disminución a nivel nacional, ubicándose en 2% de la población, en contraste con el 4,3% registrado en 2020 y el 2,3% en 2017 (no hay diferencia estadísticamente significativa entre la tasa de 2017 y 2022).
Y en la actualidad, detalla la consulta de 2022, hay un total de 397.963 personas en situación de pobreza extrema.
Son cifras alentadoras, pero hay matices, consideran analistas.
Para el director del CER Regional, Renato Segura, la reducción de la pobreza medida por ingreso es una de las buenas noticias, y en particular la Región del Biobío destaca que mejoró en términos relativos, dado que a nivel nacional se mejoró el ingreso a partir de las ayudas estatales.
“Esto dice que las políticas sociales de los gobiernos de los últimos cinco años, fue muy bien focalizada en Biobío. Efectivamente, llegó a aquellos hogares más pobres, lo que permitió reducir la pobreza en términos globales más que en el resto del país”.
Ahora bien, en la pobreza multidimensional, no se ven mejoras significativas, prácticamente se mantiene, lo que habla que los hogares están estancados sumando todas las dimensiones.
“Esto es una señal que no se ha logrado mejorar la calidad de vida de la población, de ofrecer nuevas oportunidades y fuente de actividad, que permita a las personas tener un nivel de vida mejor en términos relativos. Ahí hay un desafío para las autoridades locales”, planteó.
APOYO ESTATAL COMO FACTOR
Para el economista de la UdeC, Claudio Parés, la caída en la pobreza es algo sorprendente, pero demuestra dos cosas, esbozó. “Primero, que la actividad económica es importante y es que, tal como muestran las cifras, la capacidad de mantenerse por encima de la línea de la pobreza de las familias de manera autónoma cayó desde 2017, es decir, que el periodo de crisis del que venimos saliendo afectó la capacidad de las personas de sostenerse y eso es una llamada de alerta”.
Afortunadamente, añadió Parés, apareció el segundo punto que es, tal vez, hasta más importante que el primero: “el rol del Estado, fundamental en proteger a los menos afortunados. Sin las ayudas estatales, habríamos tenido efectivamente un aumento en la pobreza y no una reducción. Y es que, más allá de las teorías de uno y otro lado político, la realidad implica una cuota de incertidumbre y necesitamos entregarle a cada uno el estándar mínimo para vivir. No como limosna, sino como justicia”.
En esa línea, dijo que es esperable que esta evidencia sea el punto de partida para comenzar a equilibrar la inversión y el crecimiento económico con medidas que apunten a la justicia social.
INTENSIDAD DE LA POBREZA
La caída de la pobreza multidimensional a nivel nacional y en la mayoría de las regiones se explica principalmente por una caída en la población pobre, sostuvo director de Investigación de la Facultad de Gobierno UDD, Mauricio Apablaza.
Sin embargo, la intensidad de la pobreza, el otro componente de la pobreza multidimensional se mantuvo estable.
“La intensidad es el nivel de privación que sufren aquellos caracterizados como pobres multidimensionales. Es decir, si bien hay menos personas pobres multidimensionales, las condiciones de pobreza de quienes son pobres no son muy distintas de aquellos que eran pobres en 2017. La caída es consistente en la mayoría de los indicadores excepto en atención en salud, ocupación, entorno, participación social y trato igualitario. La caída más fuerte se evidencia en escolaridad y seguridad social. La primera es evidentemente de largo plazo y la segunda mezcla aspectos coyunturales y de política pública”.
Apablaza expresó que las principales conclusiones en pobreza por ingresos es que hay una tendencia consistente en el tiempo. Segundo, la adaptación y mejora de políticas públicas pueden ayudar a mejorar el bienestar de las personas especialmente en tiempos de crisis como el Covid.
TRES CAMINOS
“No obstante, la ralentización de la caída necesita de nuevas y mejores políticas públicas. En este contexto hay tres caminos complementarios que parecen ser relevantes: por un lado, el fortalecimiento del mercado laboral formal y políticas focalizadas.
“Así como incorporación de indicadores que capturen mejor la vulnerabilidad de las familias. Ya sea, generando un foco en el 14% que está en pobreza por ingresos, pero no multidimensional o generar mediciones para subgrupos que den una mejor idea de lo qué pasa. Por ejemplo, niños, adultos mayores o clase media”, dice Apablaza
A lo anterior, el economista del Observatorio de Corbiobio, Ariel Yévenes, recordó que la pobreza multidimensional considera una serie de factores, no solamente ligados a aspectos económicos estrictos, sino también a elementos de orden social y cultural.
“En efecto, en las primeras mediciones la pobreza multidimensional aparecía muy por encima de la de ingresos. No obstante, ello ha sido notorio en la mejoría, lo que puede decir tanto del avance en lo que pobreza multidimensional se refiere, como también, a una paulatina mejor revisión y aplicación metodológica en función del aprendizaje y experiencia”.
DESAFÍOS
En términos generales, el docente de programas Advance de la USS, Marcelo Gutiérrez, opinó que el desafío es no bajar la guardia respecto de los resultados y, por ende, no confiar en que será una tendencia en el tiempo.
“Los resultados de la Casen más bien son una señal que nos indica que debemos revisar lo que se está haciendo en esta materia, manteniendo las políticas de mejor resultado y corrigiendo aquellas que no son tan efectivas. Uno de los focos debe ser la generación de empleos, o fuentes laborales, posibilitando con ello un mejoramiento en los ingresos familiares, no solo de los deciles más bajos, sino de toda la población”.
Gutiérrez enfatizó en que también es necesario transparentar el efecto de los ingresos por cuenta propia o autoempleo, datos que pudieran contaminar los resultados y sus interpretaciones.