La directora de Oceana, Liesbeth van der Meer, repasó avances y desafíos en el cuidado de los oceános en un nuevo Mes del Mar.
Oceana es la mayor organización internacional dedicada exclusivamente a proteger los océanos del mundo. Fue creada en 2001 por un grupo de fundaciones: The Pew Charitable Trusts, Oak Foundation, Marisla Foundation (anteriormente Homeland Foundation) y el Rockefeller Brothers Fund.
En 1999 estas instituciones descubrieron a través de un estudio que menos del 0.5% de todos los recursos gastados por grupos ambientalistas sin fines de lucro en los Estados Unidos se destinaron a la defensa de los mares. Esta lamentable estadística reveló que ninguna organización estaba trabajando exclusivamente para proteger y restaurar los océanos a escala mundial.
Oceana se creó para llenar esta brecha: una organización internacional dedicada a la protección de los mares mediante diversas campañas estratégicas que buscan lograr cambios políticos. Oceana aborda problematicas actuales como la recuperacion de las pesquerias, la promoción de las energías limpias y la creación de áreas marinas protegidas.
www.trade-news.cl conversó con su directora, Liesbeth van der Meer, en occasion de la conmemoración de un nuevo Mes del Mar.
-¿Cómo ha avanzado Chile en protección del medio marítimo?
-Chile tiene una de las costas más extensas del mundo, son 6.435 kilómetros que contienen una gran variedad de ecosistemas. En materia de protección, el país ha tenido avances significativos y hoy alrededor del 44% de la Zona Económica Exclusiva se encuentra bajo alguna figura de protección. A nivel mundial, Chile está dentro de los países que más porcentaje de protección tienen y es líder a nivel latinoamericano.
Sin embargo, quedan desafíos pendientes en esta materia. Gran parte de las áreas protegidas se encuentran en las islas oceánicas, donde ha sido posible declarar parques marinos gracias a que en esos sectores hay menores conflictos de uso, lo que contrasta con las áreas costeras, algunas de ellas de gran valor ecosistémico, pero que no ha sido posible concretar figuras de protección por los distintos intereses que se contraponen. Un ejemplo claro de lo anterior es lo que ocurre en el Archipiélago Humboldt, en la región de Coquimbo, donde tenemos uno de los ecosistemas más estudiados de Chile por su rica biodiversidad, pero que no se ha logrado proteger por el interés de distintas industrias de alto impacto de instalarse ahí.
-¿Cuál es su diagnóstico frente al estado de las principales pesquerías con valor comercial?.
-De acuerdo con el último informe sobre el estado de las pesquerías nacionales publicado por Subpesca, el 57% se encuentra en estado de sobreexplotación o colapso. Sin duda, no son buenas noticias, sobre todo considerando que tenemos pesquerías de importancia social y económica como la merluza común y la merluza austral en crisis desde al menos 2013 sin que durante estos años se haya visto una recuperación consistente. La falta de programas de recuperación, que por ley ya debieran estar implementados, así como el aumento ilegal de cuotas que hemos detectado y denunciado en la justicia, no están ayudando a recuperar estas y otras pesquerías.
En contraposición, tenemos la pesquería del jurel, administrada a nivel internacional y que se encuentra en plena explotación según el informe de Subpesca, se ha recuperado gracias a que las decisiones de manejo se han tomado bajo el principio precautorio y criterios científicos, cuestión que no se ve en otras pesquerías. También se aprecia una recuperación de la sardina común, recurso de importancia para la región del Biobío que ha mantenido una actividad pesquera artesanal constante en los últimos meses. Esta especie que se captura en conjunto con la anchoveta constituyendo una pesquería mixta genera una gran cantidad de empleos en la captura que impacta directamente en comunas como Talcahuano, Lota y Coronel.
Los desafíos generales y que tendrán impacto en todas las pesquerías se relacionan con que las decisiones se tomen considerando la información científica. Ese es un punto basal del éxito en la recuperación de pesquerías con evidencia nacional e internacional. De forma específica en pesquerías como la merluza común es urgente que se discuta un programa de recuperación que nos permita que caletas como Cocholgüe puedan mantener la actividad pesquera artesanal como medio de vida.
Finalmente, la recuperación de pesquerías es muy importante tanto económica como biológicamente, ya que poblaciones sanas de peces pueden resistir el cambio climático y un potencial fenómeno de El Niño fuerte. Si las pesquerías están en mal estado podemos arriesgar perderlas para siempre.
-¿Cuáles debieran ser las claves de la futura Ley de Pesca?
-La mantención de las decisiones con base científica es esencial. En esta dirección, fortalecer la investigación que realiza el Instituto de Fomento Pesquero (Ifop) y la asesoría que brindan los Comités Científicos Técnicos es clave. Esto debe complementarse con el principio precautorio, el enfoque ecosistémico, la salvaguarda de los ecosistemas y el uso sostenible como parte de los principios generales.
En otras materias, es muy relevante discutir acerca de cómo el Estado apoyará y promoverá una pesca artesanal sostenible y con mayor participación en pesquerías como la merluza común y el jurel. Esta actividad de relevancia nacional e internacional por su rol para la alimentación requiere de un marco legal que considere las realidades locales y la efectiva participación de los pescadores en la toma de decisiones, incluyendo instrumentos legales adaptativos ante un escenario de cambio climático constante.
Sin duda la discusión sobre las artes de pesca dañinas como el arrastre de fondo también serán importantes. Los impactos en los ecosistemas a veces son irreversibles y la evidencia científica en torno a los impactos de este tipo de captura son ampliamente reconocidos.
Existen ecosistemas, sobre todo donde existe surgencia, que debemos proteger de impactos como, por ejemplo, de plantas desaladoras que podrían afectar negativamente a las comunidades costeras que viven y dependen del océano. Tenemos que manejar de forma integral las amenazas, con líneas claras y siempre basadas en la ciencia.
-¿Cuál sería su mensaje en un nuevo mes del mar?
-Creemos que es relevante celebrar el mes del mar para dar a conocer los distintos ecosistemas que existen en las costas de Chile. En Oceana, hemos aprovechado esta instancia para difundir material audiovisual y educativo en distintas plataformas. Este año, hicimos un convenio con NTV, el canal cultural y familiar de TVN, donde durante el mes exhibirán distintas cápsulas educativas sobre algunas de las especies más emblemáticas que se encuentran en el mar de Chile, así como también la transmisión de documentales realizados por Oceana en el Archipiélago de Juan Fernández y en la Reserva Nacional Katalalixar, en la región de Aysén.
Esperamos también que el mes del mar incentive al Gobierno a anunciar nuevas áreas protegidas y relevar la importancia que ellas tienen sobre la vida humana. Este no es solo el rol de nuestra ONG, sino que debería ser una política de Estado para asegurar la salud de este océano tan productivo de nuestro país para las futuras generaciones