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Por Roberto Ponce, director del Centro de Sustentabilidad Empresarial UDD.
La sociedad actual enfrenta crecientes desafíos de sustentabilidad, siendo uno de los más urgentes el cambio climático. Para abordar este problema es fundamental transitar hacia fuentes de energía más limpias, lo que requiere un aumento en el consumo de ciertos metales, como por ejemplo el cobre. En este contexto, la transición energética representa una oportunidad única para el desarrollo de países, en especial para Chile.
Según COCHILCO, la transición energética va a incrementar por cinco la demanda mundial de cobre. La minería es conocida por sus efectos negativos en el medio ambiente y las comunidades locales. Por esta razón, es fundamental que las empresas mineras tomen medidas para reducir su impacto. La reciente aprobación del proyecto Los Bronces Integrado (LBI) parece demostrar que es posible conciliar la sustentabilidad con el desarrollo empresarial en general, y minero en particular.
Las exigencias impuestas por parte del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad son un buen ejemplo de cómo se pueden promover prácticas sostenibles en la minería. Entre estas exigencias se encuentran medidas tradicionales, como la pavimentación de caminos, el monitoreo de la calidad del aire y la implementación de un plan de alerta temprana de glaciares. Sin embargo, también se exigen medidas innovadoras. Como lo es la compensación del 150% de emisiones asociadas al cumplimiento normativo requerido por el Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica para la Región Metropolitana.
La solución propuesta por LBI es innovadora, ya que se enfoca en la compensación más allá del área de influencia directa del proyecto, por medio del recambio de 70 mil calefactores. Sin embargo, también implica desafíos, ya que su éxito no depende directamente de las acciones que pueda implementar la compañía, sino que depende más bien de la coordinación de esfuerzos individuales en cuanto a la adopción de una nueva tecnología por parte de los hogares.
La evidencia indica que dicha decisión depende de factores técnico-económicos (inversión, costo de operación) y sociales (preferencias de las familias con respecto al diseño y/o color). Así, el éxito de una medida como esta, dependerá de la consideración de ambos aspectos.
El caso de LBI resalta la necesidad de que las compañías diseñen sus estrategias de sustentabilidad considerando los aspectos técnicos como los sociales y, en particular, aquellas acciones más valoradas por la sociedad. En este sentido, la evidencia indica que los beneficios que las familias puedan percibir en forma directa son más relevantes que aquellos colectivos y/o ambientales.
En un marco de crecientes presiones de diversos grupos de interés, las empresas pueden aumentar el éxito de sus estrategias de sustentabilidad si dichas estrategias están basadas en evidencia científica sólida. Esto no sólo impone un desafío para las empresas, sino que es un llamado para que las Universidades adecuen sus estructuras a estas nuevas demandas por información.
En definitiva, el caso de LBI muestra que es posible conciliar la sustentabilidad con el desarrollo empresarial, pero para lograrlo se requiere una planificación integral que considere los impactos ambientales, los aspectos económicos de la operación, así como también las expectativas y necesidades de las comunidades locales y otros grupos de interés.