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40 horas: modernización en la relación laboral chilena

  •  Por Ricardo Fuentes Lama, director de Ingeniería Comercial – Concepción

 

La implementación de la reducción de la jornada laboral a 40 horas se llevará a cabo de manera gradual en un horizonte de 5 años. Para las empresas este nuevo escenario involucra sortear importantes desafíos como la adaptación de los horarios de trabajo con alcances en la planificación y la gestión de recursos humanos. Esto, pues podrían enfrentar un incremento en los costos laborales al verse obligados a contratar más trabajadores para cumplir con niveles de actuales. Por otro lado, el reto por parte de las que operan con sistemas de turnos la nueva ley implica la necesidad de y gestionar de manera más eficiente los descansos y la rotación de los trabajadores.

En resumen, las empresas deberán adaptarse a la nueva ley laboral y gestionar de manera eficiente los cambios que implica, lo que podría requerir una inversión en tiempo y recursos para asegurar el cumplimiento de la normativa y garantizar un ambiente de trabajo saludable y productivo para sus empleados.

La reducción de la jornada laboral no es una medida nueva y ha sido implementada en varios países en diferentes momentos de su historia. Es importante ver la experiencia de países desarrollados en esta materia. El 2000, por ejemplo, Francia redujo la jornada laboral de 39 a 35 horas semanales. Los resultados de esta medida fueron variados, pero en general se observó una reducción del estrés laboral y un de la calidad de vida de los trabajadores, así como un aumento en la contratación de personal y una disminución del desempleo.

Otro caso es Alemania, que en 1995 implementó una reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales en algunas industrias. El alcance de este cambio incluyó una reducción del ausentismo laboral, una disminución en los niveles de estrés y una mejora en la satisfacción de las personas.

Suecia, en la década de 1980, disminuyó la jornada laboral a 35 horas semanales en algunas industrias, lo que impactó en una mejora en la productividad y una disminución del ausentismo laboral, así como un aumento en la satisfacción y la motivación de los trabajadores. Nueva Zelanda, que en 1990 redujo la jornada laboral a 40 horas semanales, logró una mejora en la salud mental y física de los trabajadores, así como una reducción en los niveles de estrés y una mejora en la conciliación entre la vida laboral y familiar.

En resumen, la reducción de la jornada laboral ha sido implementada en varios países con impacto positivo en términos de mejora de la calidad de vida de los trabajadores, la productividad y la satisfacción laboral. Sin embargo, cada país y cada industria es diferente, por lo que los resultados pueden variar en función de las circunstancias específicas de cada caso.

Chile, en su realidad, su contexto, aspira a obtener resultados positivos también. He de esperar que nuestras empresas y nuestros trabajadores obtengan los beneficios proyectados en este nuevo escenario sin duda desafiante para los ejecutivos, con entornos tan dinámicos y plazo tan acotado.  Se trata de un momento esperanzador para los trabajadores en búsqueda de mejorar su calidad de vida.