En el marco de sus planes de desarrollo de infraestructura para ampliar su cobertura y capacidad de servicio, las empresas sanitarias han debido incorporar cada vez más la necesidad de enfrentar los desafíos del cambio climático, expresados en la sequía que ya afecta hace más de 13 años al país.
Bajo este escenario, son cruciales las inversiones de la industria para asegurar los servicios sanitarios de la población, tanto en términos de capacidad como de resiliencia.
De este modo, para la temporada de verano 2022–2023, las compañías agrupadas en la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios (Andess) desembolsaron cerca de $195 mil millones sólo en producción y distribución de agua potable para hacer frente a la temporada de mayor demanda. Esto incluye obras emblemáticas de seguridad que fortalecen los sistemas productivos para sortear de mejor manera eventos de la naturaleza, ya sea en términos de escasez hídrica (nuevas fuentes de agua, interconexiones) o de resiliencia (turbiedades, por ejemplo).
De ese total, más de 42 mil millones corresponden a gasto en compra de agua para reforzar los sistemas, cifra que ha venido creciendo de manera sostenida desde 2017: ese año se destinaron recursos por unos $1.800 millones, pasando a $9.500 millones en 2018 y a cerca de $20 mil millones en 2019. Así, la cifra de este año es más del doble del último registro antes de la pandemia.
“Este gasto en compra de agua y gestión de agua para enfrentar los momentos más críticos de mayor demanda es histórico, porque pese a las lluvias del pasado invierno, la sequía persiste. La industria sanitaria debe estar a la altura de los efectos del cambio climático y nuestro compromiso es que a nadie le falte agua en calidad y cantidad”, señaló Lorena Schmitt, presidenta ejecutiva de Andess.
¿En qué zonas se concentraron las inversiones?
Los gastos en compra de agua para reforzar aquellos territorios más afectados por la megasequía se concentran entre las regiones de Coquimbo, Valparaíso y Metropolitana, donde ha sido necesario como en años anteriores el arriendo y compra de agua cruda, la que posteriormente es dirigida hacia las plantas potabilizadoras para su distribución a la población.
La zona centro sur del país es la que concentró gran parte de estas inversiones, alcanzando un 83,4% del total, en la cual destacan obras como la ampliación de la Planta Padre Hurtado para mayor producción en el gran Santiago; la construcción de obras de seguridad para el robustecimiento de sistemas de agua potable en la Araucanía; nuevas tecnologías para el tratamiento de agua potable en el Maule; y planes de eficiencia hidraúlica para mejorar la distribución del agua potable en las redes; entre otras.
En cuanto a la zona norte, que concentró un 15,4% de las inversiones, destaca principalmente la ampliación de la Planta Desaladora Norte, lo que permitirá que Antofagasta sea la primera ciudad de Latinoamérica con más de 200 mil habitantes en cubrir completamente su demanda de agua potable mediante la desalinización de agua de mar.
A su vez, se incluyó también la zona sur a través del aumento de la capacidad de producción de la planta de agua potable de Porvenir, concentrando un 1,2% del total.