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Viviana Véjar, Profesora investigadora , Faro UDD
El Black Friday – o Viernes Negro – nace en Estados Unidos con el propósito de iniciar las ventas navideñas y se celebra un día después del día de Acción de Gracias. Las críticas suelen estar relacionadas con que esta “fiesta consumista” nace del comercio de esclavos en el país de norte, pero dicho relato ya ha sido desestimado ampliamente por lo que se considera un bulo, o como diríamos ahora, una fake news.
Este año, los comerciantes están poniendo sus esperanzas de repuntar las ventas este 25 de noviembre, en un sector que, dada las altas tasas de comparación con el boom del año 2021, ha sufrido una pérdida importante en las ventas anuales. La Cámara de Comercio de Santiago había previsto que el consumo de las familias pasaría de un crecimiento de 18% en 2021 a 1% en el año 2022. Según un estudio realizado por la Cámara Nacional de Comercio, en septiembre las ventas en la Región del Biobío marcan una baja real anual de 20,9%. Los comerciantes minoristas estaban advertidos de una contracción importante de sus ventas en medio de una crisis en el sector, agravado por la falta de fiscalización por parte de la autoridad de regular el comercio ambulante o informal, que afecta negativamente la competitividad y merma la capacidad del fisco de recaudar impuestos.
Es precisamente por lo adverso de la situación que la versión 2022 del Black Friday viene a dar un respiro a las cuentas de los comerciantes quienes han tenido que soportar cinco meses consecutivos de bajas en las ventas. Se estima que las ventas del Black Friday constituyen alrededor de un 20% de las ventas anuales. De acuerdo al sitio Black-Friday Global, las ventas en Chile aumentan un 564% en relación a un viernes normal, mientras que los precios se reducen un 52% en promedio. De acuerdo a la teoría económica de la Elasticidad Precio de la Demanda, el índice de elasticidad es de 10,85, es decir, se trataría de ventas de productos altamente elásticos, tales como vestuario, dispositivos electrónicos, calzado, perfumes y maquillaje, entre otros.
Si bien, la disminución de las ventas se explica por una contracción de la liquidez de los hogares en relación al año pasado, también se explica en parte por el aumento de los precios de los bienes de consumo básico, como la gasolina y los alimentos. La inflación interanual a octubre de 2022 es de 12,8%; sin embargo, las familias esperan poder comprar bienes durables o semidurables con un descuento mayor que el producido por la pérdida del poder adquisitivo del peso chileno. Esta sería una buena oportunidad para las familias de amortiguar/atenuar el efecto negativo de la inflación para preparar los regalos de navidad. Las estimaciones arrojan que el chileno comprará 3,4 productos promedio por persona y gastarán $168.720.- con un ahorro de $187.261.- Dado que los comerciantes tienen sus bodegas con excedentes de inventario, se esperaría que el aumento de la demanda no afecte en forma significativa el IPC de noviembre, e incluso el de diciembre, debido al adelanto de las compras navideñas.
Por otra parte, cabe preguntarse si estas decisiones de compra responderán a un aumento desproporcionado del uso del crédito de casas comerciales o tarjetas bancarias. También sería bueno analizar qué porcentaje de las compras corresponderá a bienes y/o servicios a los cuales se les dará un uso eficiente (¿Cuántas prendas de ropa quedarán olvidadas en el fondo del armario con la etiqueta puesta?). En estos tiempos que corren, la confianza del consumidor continúa en niveles pesimistas ya que el clima de inseguridad laboral es bastante generalizado, y la creación de nuevos empleos formales y de calidad se ha estancado.
Durante el año 2021 las familias chilenas se vieron envueltas en una vorágine del consumo como pocas veces se ha visto, pero hoy, debemos cargar con las consecuencias de este boom artificial. Ya lo decía F.H. Hayek en la teoría de los ciclos económicos de la Escuela Austríaca, lo importante es cautelar el boom y no la recesión, ya que es en el boom donde se destinan recursos a inversiones que en períodos normales no se hubieran llevado a cabo. Este, explica, sería el origen de las burbujas económicas que tanto daño le hacen a los participantes del mercado.