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Reforma tributaria e impuestos personales

Por José Navarrete Oyarce, director Magíster en Tributación, Universidad Andrés Bello.

 

Dentro de las iniciativas que incluye la reforma patrocinada por el actual gobierno, está el alza de la del impuesto global complementario a los tramos de renta más altos. Esto es, a las personas con ingresos superiores a los 4 millones de pesos mensuales, llegando a una tasa de 43%. La propuesta supone pasar de una tasa efectiva de 25,9% a un 30,95% anuales.

Según estimaciones del gobierno, esta medida afectaría a menos del 3% de la población, poco más de 200 mil personas. Las , sin embargo, difieren con las últimas estadísticas de ingresos, que indican que tan solo el 1,9% de la población tiene ingresos por sobre los 3 millones de pesos mensuales.

Si bien la medida es correcta, está lejos de ser efectiva, porque se prevé que la recaudación efectiva sería marginal.

Se trata de un alza significativa, puesto que se estima que actualmente una persona dentro de esos rangos de ingreso destina 3,1 meses de ingreso para pagar impuestos, y con el cambio tendría que destinar 4 meses al mismo objetivo. Pese a ello, la cantidad de personas en esos tramos es tan pequeña que no va a significar un importante en la recaudación fiscal.

De hecho, actualmente se recauda el 2% del Producto Interno Bruto, , por concepto de impuestos personales. Con este cambio, se aumentaría tan solo a 2,2% del PIB, muy lejos del 8% promedio de recaudación en los países de la Ocde.

A partir de estos argumentos uno podría pensar que esta iniciativa está dirigida a generar cierta sensación de tranquilidad en la opinión pública. Reitero que apuntar a los más altos ingresos es conceptualmente correcto, a pesar de efecto marginal que esta medida tendría.

Si bien se hace necesario este tipo de decisiones, deberían ir de la mano con estrategias más profundas y de largo plazo, que tiendan a aumentar el PIB, a través de inversiones, mejoras en la productividad personal y empresarial, generando mayor riqueza de tal forma que naturalmente los impuestos a recaudar aumenten, no necesariamente por un aumento en la tasa, sino que en la generación de riqueza.