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Sorprende la cotización extra del 6% la que irá íntegra a un fondo solidario con cargo al empleador.
Aunque aún no se conoce en detalle los contenidos de la reforma previsional que alista el Gobierno, han trascendido algunos pilares.
Así, y como principal novedad figura que la cotización adicional de 6% se irá íntegra a un fondo solidario, el cual será administrado por una entidad pública, y al menos la mitad (3%) irá a «capitalización colectiva», es decir, ahorro, pero no individual. El resto para reparto inmediato, con lo que se busca mejorar las actuales pensiones.
Cabe destacar que en este esquema solo se garantiza la propiedad y herencia sobre los fondos de capitalización individual del actual 10% y no de la nueva «capitalización colectiva».
Esto revela un cambio importante respecto a lo que se había avanzado en las extensas negociaciones por reformar el sistema de pensiones durante el gobierno de Sebastián Piñera, cuando la idea de destinar la mitad del 6% de cotización adicional a ahorro individual y la otra mitad a un fondo colectivo contaba con apoyo mayoritario.
Sistema de pensiones y tasa de ahorro
El economista de la UdeC, Claudio Parés, recordó que el sistema de capitalización individual es una de las pocas políticas públicas que apunta a dos objetivos de manera simultánea: por un lado, intenta ser un sistema de pensiones y, por otro, intenta aumentar la tasa de ahorro de la economía, cuestión deseable, dijo, en la medida que más ahorro genera más inversión.
Entonces, cuando se intenta reformar el sistema de pensiones, destaca Parés, hay que cuidar ambos flancos, porque lamentablemente ambos quedaron vinculados, y cuando se trata de analizar políticamente el tema, la defensa o ataque confunde los flancos.
“El sistema financiero necesita más ahorro, qué duda cabe, sin embargo, social y políticamente, ya no se puede obligar a la gente a sostener ese sistema. Ya no estamos en el siglo XX en que el Estado podía obligar a las personas a hacer ciertas cosas o que podían justificarse este tipo de políticas apelando a algún tipo de patriotismo. Seguir aumentando el ahorro forzoso suena mal porque, en el fondo, es un impuesto encubierto. He peleado muchas veces por esta idea, pero lo único que diferencia (o diferenciaba) al 10% de ahorro previsional de los impuestos es que no iban a un fondo común o bien público, sino que seguían siendo propiedad de los ahorrantes. El punto es que, de todas maneras, ese ahorro forzoso sustituía una política pública que debía ser responsabilidad estatal”, enfatizó el economista.
Las matemáticas no dan
Agregó que añadir un 6% de cotización adicional para un fondo común es, precisamente, crear un impuesto al trabajo. Y que sea de cargo del trabajador es una cuestión solo formal, planteó. “Es hacerse trampa en el solitario. Quien sufre el costo de un impuesto es quien tiene una elasticidad más alta por el bien o servicio gravado. En este caso, siguen siendo los empleadores, pero el costo no lo asumirán solo ellos. No hay que confundir las cosas”.
Con todo, Parés reconoció que se trata de una política inevitable, pero insistió en que es necesario separar, al menos políticamente, los temas de ahorro nacional y pensiones y luego buscar resolver el problema (aritmético) de una población que trabaja durante menos tiempo.
“Hoy, la vida laboral comienza a los 25 y termina a los 60-65 y además la gente vive más, ya que la esperanza de vida ya se acerca a los 90 años. Entonces, pasamos de un sistema diseñado para mantener a gente durante 10 o 15 años con el trabajo de 40-45 años a uno que debe mantener a gente durante 25 años con el trabajo de 35-40. Las matemáticas no dan ni para un sistema de reparto ni para uno de capitalización individual. Es necesario aumentar las cotizaciones o impuestos destinados a este ítem y subir la edad de jubilación. Nadie quisiera hacerlo, pero es el único camino posible.
“Desincentivo a cotizar”
El economista de la UDD, Carlos Smith, se mostró contrario a generar reparto por esa vía, y apostó como mejor opción hacerlo vía impuestos generales, donde al final todos aporten a esa jubilación, no sólo los que trabajan.
“Si el 6% no va a cuentas individuales, se genera un fuerte desincentivo a cotizar, porque si bien el 16% de cotización será a cargo del empleador, la verdad es que en la práctica lo termina pagando las personas, incentivando la informalidad, ya que recordemos que quienes boleteaban hasta hace muy poco, preferían no cotizar. Por lo tanto, creo que no es una buena política, porque además siempre requerirán más recursos para solventar mejores pensiones. Entonces o se aumenta la edad de jubilación o se busca otra alternativa, pero el problema viene después”, estimó Smith.
Desafíos
Para el académico de programas Advance de la USS, Marcelo Gutiérrez, el desafío es asegurar al resto de la población una pensión digna sobre los resultados económicos del país, asegurando un mínimo por persona, que permita subsidiar parte relevante de sus gastos.
“Ambas condiciones, relacionadas con la finalidad de un sistema, han existido desde siempre (desde la creación del DL 3500), pero la clase política ha efectuado cambios relacionados con la administración, y no con los focos finales, atendiendo que, por ejemplo, el crecimiento del país, en relación a la fecha de su creación (1980) ha sido de 5-6 veces, por lo tanto los pilares base de ley de pensiones, debieron haber sido actualizados, por ejemplo, porcentaje de ahorro, edad de jubilación, proyección de vida, pensión mínima, etc.”.
Para Gutiérrez, hoy la ley de pensiones y sus propuestas de reformas generan el mismo efecto de la “educación gratuita y de calidad”, así como también “la salud digna para todos”, por lo tanto, dijo se debería exigir que las modificaciones, sean un real aporte a todos los involucrados, y no un cargo al sistema público y privado.