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El costo de la vida

Por Renato Segura, director CERREGIONAL

“El costo de la vida sube otra vez. El peso que baja, ya ni se ve. Y las habichuelas no se pueden comer. Ni una libra de arroz, ni una cuarta de café”. La cita corresponde a las primeras cuatro estrofas de la canción “El Costo de la Vida” de Juan Luis Guerra y los 4.40 incluida en el álbum Areito lanzado en el año 1992. En dicho período de tiempo, la en Chile medida a través de la del Índice de Precios al Consumidor llegaba casi al 13% para un período de 12 meses.

En los años posteriores, la variación del IPC se redujo de manera sostenida. Hacia fines de la década de los 90, la variación en 12 meses del IPC llegó al 2,3%. Hacia fines de la década del 2000 fue de -1,4%. Hacia fines de la década del 2010 e inicio de la década de 2020, la inflación fue de 3,0%. Es decir, durante un período de más de 20 años, se había logrado estabilizar el peso en un rango de variación anual que fluctuaba entre el 2% y 4%, consistente con las metas establecidas por el Banco Central de Chile. Para la generación que debutaba en el mercado laboral, durante dicho período de tiempo les hacía poco sentido la letra de la canción de Juan Luis Guerra.

El comportamiento de la inflación a partir de 2021 cambió radicalmente. Durante dicho año, la variación del IPC superó el 7%. La inflación a 12 meses siguió una curva ascendente. En junio 2022, la variación fue cercana al 13%. Factores internos y externos se habían alineado para que la política monetaria de estabilización de la moneda local retrocediera 20 años. Para las generaciones más antiguas, comenzó a resonar nuevamente la música del cantautor dominicano.

El costo de la vida de los hogares se ha incrementado de manera considerable. La variación del índice de remuneraciones ha subido en poco más de 9%, lo que significa una caída del ingreso real del orden del 3%. En la situación actual, llegar a fin de mes se ha transformado en una odisea para la mayoría de los hogares de una región con bajos ingresos y pocas oportunidades para mejorarlos. En este sentido, el costo de la canasta del rubro de alimentos ha aumentado en más del 18% en 12 meses y su incidencia se ha triplicado. Con estos niveles de precios, se complica la posibilidad de que los hogares puedan buscar sustitutos para surtir adecuadamente su canasta de alimentos, evitando llegar a situaciones de hambruna, la cual, según las Naciones Unidas, amenazan a casi tres millones de personas en Chile.

Mucho de los hogares utilizaron los derivados de la pandemia, para servir a la deuda vencida. Los registros disponibles indican que la morosidad en Chile se redujo por debajo del nivel existente en el período prepandemia. Empero, dicha realidad puede cambiar radicalmente. Las estimaciones del mercado financiero consideran que, en el escenario actual, el riesgo de incumplimiento se ha duplicado. En efecto, el aumento del costo de la vida obliga a los hogares a recurrir a fuentes externas de financiamiento, disminuyendo el flujo de caja futuro disponible para consumir y, simultáneamente, cumplir con sus compromisos financieros.

En este sentido, las del área social han advertido los efectos de la inflación en el aumento de la pobreza. Esperemos que dicha voz de alarma sea una señal que nos permita asegurar que no va a ser necesario cantar la estrofa: “a nadie le importa, ¿qué piensa usted?”.