Renato Segura, CERREGIONAL
A medida que se hunde el peso, el Ejecutivo ha optado por mirar al Banco Central. Frente a dicha presión, el instituto emisor envió una señal al mercado señalando que “intensificará en las próximas semanas su monitoreo de los mercados financieros, con el propósito de adoptar, si fuera necesario, las medidas que sean de su competencia para mitigar eventuales disrupciones que pudieran comprometer la estabilidad financiera”. Oídos sordos hizo el mercado, continuando la tendencia a la depreciación del peso.
Dos datos mantienen en alerta a las autoridades económicas. El tipo de cambio ha superado la barrera de los mil pesos y en segundo lugar, contrario a lo que ocurre con la moneda chilena, el sol peruano se aprecia. Mientras ello ocurre, da la sensación que la política fiscal (Hacienda) espera que la política monetaria (Banco Central) actúe.
La función que otorga la ley al Banco Central es velar por la estabilidad del peso, esto es, mantener la inflación baja y estable en el tiempo y promover la estabilidad y eficacia del sistema financiero, velando por el normal funcionamiento de los pagos internos y externos. Para ello dispone de instrumentos para afectar la cantidad de dinero en la economía e intervenir en el mercado spot y futuro de las divisas, respectivamente.
En enero de 2011, el Banco Central sorprendió al mercado anunciando un programa de acumulación de reservas por hasta US$12.000 millones, a través de subastas diarias por US$50 millones. El martes 13 de enero de 2011, a las 08:30 horas local, la moneda se cotizaba en $481 comprador y $485 vendedor con una baja de $17 con respecto al cierre del día anterior. La intervención del Banco central permitió corregir un comportamiento anormal del mercado de la divisa que mantenía un tipo de cambio por debajo de su valor de equilibrio.
Frente a esta capacidad de incidir en el comportamiento del precio del dólar, ¿es correcto el llamado de atención del Ejecutivo para que el Banco Central intervenga en el mercado de divisas?
Como declara el propio instituto emisor, el Banco Central está permanentemente monitoreando el funcionamiento del mercado monetario. En efecto, dada la multiplicidad de actores que intervienen en el mercado es usual que se generen factores transitorios con episodios de alta volatilidad del tipo de cambio. En este marco, el Banco Central tiene la capacidad de suavizar dichos episodios pero no ocurre lo mismo con el comportamiento de la divisa ocasionado por factores de política económica y/o factores estructurales.
En la actual coyuntura, el hundimiento del peso chileno y el fortalecimiento del sol peruano, revela una realidad originada por las expectativas de los agentes económicos respecto de las señales que envía la política económica de cada país. Mientras en Chile se anuncian nuevos impuestos a la actividad minera y se acentúan los conflictos sociales por los derechos ancestrales de los pueblos originarios, en Perú la actividad minera sigue atrayendo nuevas inversiones para el sector, permitiendo el ingreso de volúmenes importantes de divisas, los cuales, solo durante el primer trimestre de 2022, superaron los mil millones de dólares. En este escenario, la respuesta del valor de las monedas de ambos países es una obviedad y la intervención del Banco Central de Chile una acción con poco efecto y con más daños que beneficios.