Aunque se desconocen los detalles, los cambios tendrán como norte aumentar la contribución de las personas naturales a la recaudación total, en sintonía con los porcentajes que representa la tributación personal en los países de la Ocde.
Por Javier Ochoa Provoste
Tramos intermedios del Impuesto Global Complementario (IGC) y un sistema desintegrado son las premisas que están detrás de la reforma tributaria que busca gravar a las personas.
Efectivamente, separar el pago de impuestos personales del de impuestos corporativos es clave en el diseño que trabaja el Ejecutivo, porque implicará que las personas naturales que tributan por sus rentas obtenidas del capital ya no podrían descontar parte del impuesto que pagan sus empresas.
Aunque preliminares, las estimaciones del Ejecutivo son que por los cambios al IGC se recaudaría del orden de 0,2% del PIB en cuatro años, y por efecto de separar el sistema, otro 0,8%.
La socia de Consultoría en Personas de EY, Bárbara Veloso, destacó que la reforma, según los comentarios y trascendidos hasta el momento, tendrá un fuerte foco en aumentar la contribución de las personas naturales a la recaudación total, en línea con los porcentajes que representa la tributación personal en los países de la Ocde.
Para conseguir este objetivo, dijo, uno de los grandes temas que se están revisando es la tributación de las rentas del capital, desintegrando el sistema de tributación. Lo anterior significa que los impuestos corporativos pagados por la compañía que reparte dividendos dejarían de ser un crédito contra el impuesto aplicable a la persona natural perceptora de dicho dividendo.
sobre pagos de un 40%
“Si bien la tributación total máxima aplicable a un dividendo con las normas vigentes alcanza un 44,45%, de este total hay un 27% que fue enterada en arcas fiscales por la compañía como Impuesto de Primera Categoría, siendo la diferencia el monto a pagar por la persona natural, al realizar su declaración anual de impuestos. La desintegración del sistema, por sí sola, podría implicar que esa misma persona pudiera llegar a pagar casi un 40% de impuesto, sobre una renta que ya tributó a nivel corporativo un 27%.
Asimismo, el alza de un tributo no implica en sí mismo que la mayor recaudación sea directamente proporcional a esa alza, por lo que se hace de suma importancia que el análisis de las posibles modificaciones al sistema mantengan el foco en la inversión, innovación, crecimiento y sostenibilidad del modelo”, resaltó.
En ese sentido, agregó la socia de Consultoría en Personas de EY, Bárbara Veloso, estando en análisis un cambio profundo y significativo del sistema de tributación de las personas, “nos parece que esta es una excelente oportunidad para repensar la base sobre la que pagamos impuestos, incorporando la posibilidad de rebajar algunos gastos específicos, dentro de ciertos márgenes, de manera de reflejar de mejor manera la realidad personal de cada contribuyente. Esto podría crear una mayor cercanía, involucramiento y formalización de servicios, que puede traer beneficios al sistema”.
Incertidumbres
Por su parte, la directora de Postgrados de la Universidad San Sebastián, Karin Bravo, estimó que difícilmente una reforma tributaria puede ser bien recibida para un contribuyente si esto implica el aumento de su carga impositiva, sin existir claridad de lo que se financiaría con este impuesto.
“Se ha hablado de que medidas como la condonación del CAE estarían sujetas a la aprobación de la reforma, por ejemplo, pero aún no se tienen claras las condiciones de ambas. Cualquier propuesta hoy genera preocupación, porque estamos en una parte del ciclo económico compleja, con precios al alza que han disminuido considerablemente el poder adquisitivo de las familias. Lo anterior genera incertidumbre en cuanto a la magnitud de las propuestas y los sujetos que se verán afectados con ella. Sin embargo, hay que tener claro que estas medidas siempre deben ser aplicadas de forma gradual, por lo que el efecto no es inmediato, pero obviamente, hay que incorporar las nuevas condiciones tributarias en las proyecciones de ingresos futuras, ya sea de las personas o empresas.
Alcances y desafíos
Karin Bravo expresó que el dilema respecto a quién atacar en materia de carga impositiva no es menor, sobre todo en esta parte del ciclo económico con menor crecimiento, alza de precios y encarecimiento de la deuda. Aumentar la carga de impuestos personales (global complementario) empeora los ingresos disponibles de aquellas personas de los tramos “medios” que ya se están haciendo cargo de soportar un consumo más caro por el alza de precios y una carga financiera mayor. No se puede desconocer que países europeos
de la Ocde tienen tasas máximas de impuestos personales mayores que las nuestras, y puede ser una fuente de recaudación importante a largo plazo, pero esto debe venir acompañado de una propuesta de los destinos de la recaudación para que sea comprendida por la población que verá mermados sus ingresos.
Por otro lado, detalló, que desintegrar el sistema de impuesto a la renta reduciendo o eliminando los créditos asociados también perjudica a los tramos medios o altos, que son los que suelen participar como socios de empresas. Es una medida que se ha planteado más de una vez, pero finalmente no se ha concretado y requiere implementarse con gradualidad.
Mientras no se tengan condiciones claras en cuanto a los tramos afectados o las tasas marginales a las cuales se llegará, es difícil realizar una proyección en cuanto a la efectividad o montos de la recaudación a mediano y largo plazo. Pero sí se puede resumir lo que esperaría la población pensando en los impuestos personales, y el empresariado si las propuestas fuesen corporativas, creo que conocer condiciones, plazos y por sobre todo destino de la recaudación, podría ayudar a aceptar de mejor manera, o resignarse, estas medidas.