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Queda en suspenso lo que sería la séptima central hidroeléctrica en el río Biobío

• Expertos advierten de los efectos sinérgicos que este proyecto (US$420 millones) pueda generar en la cuenca hidrográfica, ya que la evaluación ambiental se realiza en forma separada del resto de las centrales existentes y aprobadas.

Javier Ochoa Provoste

Desde Mulchén, área de influencia del proyecto Central Hidroeléctrica San Carlos se encendieron las primeras alarmas al conocerse lo que sería una séptima central hidroeléctrica que utiliza las aguas del río Biobío, infraestructura que buscaba inyectar 154MW al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) y cuyo monto de inversión asciende a los US$420 millones.

Buscaba, ya que la iniciativa quedó en punto muerto tras la decisión del titular, San Carlos SpA, de desistir del proceso que había ingresado al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (Seia), vía ingreso de un Estudio de Impacto Ambiental (EIA).

Consultado por Trade-News.cl el gerente de Sostenibilidad y Asuntos Corporativos de Energía Llaima/Innergex), Alejandro Donoso (quien aparece como titular y representante legal en el EIA) se limitó a decir que “San Carlos está en desarrollo y por política, no nos pronunciamos respecto de los proyectos que se encuentran en nuestra cartera de desarrollo”, dejando entrever que la iniciativa energética sigue siendo parte de su cronograma de inversión, pero sin entregar mayores detalles del futuro de ésta.

Frente al “desistimiento”, desde el Servicio de Evaluación Ambiental de la , explicaron a este medio que “el proceso de evaluación de impacto ambiental del proyecto «Central Hidroeléctrica San Carlos” ha concluido por cuanto su titular, Inversiones San Carlos SpA, en carta dirigida al Servicio de Evaluación Ambiental, de fecha 5 de mayo de 2022, desistió de su tramitación ambiental, lo que finalmente es declarado por la Dirección Regional del Servicio de Evaluación Ambiental de Biobío, mediante la Resolución N° 20220800182, de la misma fecha”, dando cuenta del estado del proyecto hidroeléctrico, el cual se ha mantenido inalterable hasta el cierre de esta edición.

Cabe recordar que las centrales en operación en el curso principal del río Biobío son Ralco (690MW), Palmucho (32MW), Pangue (456MW) y Angostura (324MW).

Central Frontera (109MW) y Rucalhue (90MW) cuentan con RCA favorable (permiso ambiental) y central San Carlos (154MW), en calidad de “Desistido” en el Seia.

Visión de de Mulchén

El alcalde de Mulchén, comuna que forma parte del área de influencia del proyecto hidroeléctrico de pasada, Jorge Rivas, celebró la medida, pero fue cauto en cuanto al futuro de la iniciativa energética a la cual se opone.

“Si bien esta es una gran noticia, lo cierto es que hoy debemos estar más atentos que nunca, porque así como los organismos medioambientales de Mulchén y el Gobierno Regional encontraron falencias importantes en los antecedentes presentados por la empresa, lo cierto es que esa información sirve como insumo para que la generadora corrija, y vuelva a presentar un documento nuevo, que además sirve para partir de cero. Es como escribir un borrador para que el profesor lo arregle y luego lo volvemos presentar con las correcciones y así nos aseguramos el siete como calificación”, advirtió.

Rivas dijo que no se trata de ir contra de la industria de la producción de energía en Chile, sino que de preguntarse hasta qué punto se quiere atentar contra el río Biobío.

“Debemos estar atentos, no debemos dar por ganada nuestra postura, es nuestro deber seguir despiertos y alertas a una futura presentación de “San Carlos” al Seia, pues son muchos los intereses involucrados. Mi llamado es a no bajar los brazos, cuenten con autoridades como las del Gore y nosotros, los alcaldes que sabemos que debemos proteger el Biobío”, enfatizó el alcalde de Mulchén.

¿Qué dice la ciencia?

La Dra. Evelyn Habit, del Departamento de Sistemas Acuáticos, Facultad de Ciencias Ambientales Universidad de Concepción, fue clara respecto a que los efectos de una nueva central son “altamente impredecibles y pueden llevar a cambios no solo significativos, sino que inaceptables para el socio-ecosistema del río Biobío”.

Habit recordó que la cuenca completa del río Biobío tiene hoy once centrales hidroeléctricas en funcionamiento.

“En ese escenario, el curso principal del río Biobío, tendría una altísima fragmentación física: varias barreras que alteran la conectividad del de sedimentos, materiales y todos los organismos que viven en el río. Más aún, convertirían una alta proporción del río en sistemas de aguas lentas, lo que puede cambiar la calidad del agua aguas abajo de la cadena de centrales, principalmente en escenarios de cambio climático. Es decir, la presencia de seis centrales (no considera Palmucho ya que no implica una nueva barrera en el cauce) en el curso principal del río es, sin duda, una modificación mayor no sólo del ecosistema, sino que del paisaje y costumbres humanas, vale decir del socio-ecosistema en su conjunto”.

Para Habit, la evaluación de impactos ambientales de la central San Carlos debería considerar la existencia no sólo de Ralco, Pangue y Angostura, sino también de Rucalhue y La Frontera (con RCA favorable). Lamentablemente, sostuvo, hasta ahora los estudios de impacto ambiental tienen un alcance demasiado restringido al área muy directa de intervención por obras, sin una visión holística del sistema socio-ecológico en el que se emplazarían.

“En términos ecológicos contamos con evidencia científica de la disminución significativa de poblaciones de especies endémicas de la cuenca, lo cual se verá acelerado con nuevas intervenciones en el río si no se consideran las medidas de manejo apropiadas. Tales medidas deberían ser desarrolladas en conjunto por estos distintos usuarios del río. Nuevamente, aquí prima la visión de proyecto a proyecto la cual que no es suficiente para reducir o compensar adecuadamente los impactos. La por ejemplo, debería compensarse con la visión de pérdida de biodiversidad neta cero que implica conservar áreas que contengan ecosistemas equivalentes. La pregunta es si existe un ecosistema equivalente al gran río Biobío. Al menos esta mirada global debería estar en las evaluaciones ambientales y ser exigida por el Servicio de Evaluación Ambiental”, enfatizó Habit.

En sintonía con lo anterior, la directora del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y Minería (Crhiam), Dra. Gladys Vidal, expresó que la gestión de cuencas hidrográficas es clave para poder gestionar bajo un criterio de unidad territorial los servicios ecosistémicos que éstas entregan. Sin embargo, debido a la institucionalidad actual, se hace difícil implementar el instrumento en Chile. Añadió, es importante destacar que la evaluación de impacto ambiental de nuevos proyectos no considera una investigación integral, estratégica y exhaustiva de los impactos ambientales, incluyendo los efectos sinérgicos de los proyectos que actualmente están ya instalados y operando en la misma cuenca del rio Biobío.

Gladys Vidal también destacó el cambio climático como factor ineludible.

“Se hace necesario ser cauteloso frente a nuevos proyectos para cuidar la seguridad hídrica de las cuencas hidrográficas, como elemento clave para mantener los servicios ecosistémicos en la naturaleza y la provisión de agua en cantidad y calidad deseada para los diversos usos en dicho territorio”.