Por Cristóbal Cifuentes T., abogado, docente derecho Tributario USS.
De que la vida es injusta lo es, pero dentro de esas injusticias vividas en el día a día por las personas, hay algunas que son evitables. Desde el discurso, se nos ha dicho que todo quien se esfuerce podrá llegar lejos, pero en las contradicciones de nuestra sociedad ocurren situaciones que son todo lo contrario al discurso, y estos por diversas situaciones, entre los cuales encontramos el pituto, discriminación por el apellido y estatus de las personas. Las cuales son conocidas por todos y están tan internalizadas que son hasta objeto de rutinas humorísticas y bromas diarias.
No por estar internalizadas conductas como el pituto quiere decir que debamos mantenerlas, más si aspiramos a evitar que continúe la fuga de talentos y de personas valiosas para nuestro país, las cuales se van porque simplemente no encuentran oportunidades o estas se las entregan a personas con menos capacidades. Para que un país crezca y saque su potencial tiene que tratar de contar con sus mejores talentos en todas sus áreas y tener políticas para lograr que aquellos que nacieron con capacidades pese a no tener los medios puedan aspirar a sacar su máximo potencial. Lamentablemente por nuestra idiosincrasia actual esto no ocurre.
Tanto en el sector público como privado se han impulsado sistemas que tiendan a evitar que se produzcan preferencias, pero en muchos casos estos son de papel, pues de igual forma en entrevistas de trabajo, se siguen realizando a los candidatos a un puesto preguntas que tienden a la discriminación, como en que colegio estudio y en el caso de las mujeres su estado civil. Como si lo primero fuera garantía de in suponiendo que, y lo segundo como si la situación de ser casada supone que la persona quiere tener hijos.
Una vez que la persona ingresa a trabajar, en la mayoría de los casos las posibilidades de ascender o no en una empresa depende del jefe que se tenga, es así como entran a influir factores subjetivos como el caer en gracia al jefe, esto provoca que en muchos casos los trabajadores se inhiban y no se pueda conocer las opiniones de estos en diversas situaciones del día a día perdiéndose la oportunidad de discusiones que puedan tender a mejorar los procesos creativos y de producción de las empresas.
Lamentablemente, siguiendo patrones de estructuras organizaciones tradicionales tendemos mantener un sistema jerárquico y cuando este no tiene criterios objetivos de evaluación, de ascensos, remuneraciones, etc potencia más los abusos de poder, preferencias y poca discusión, donde la decisión final es del jefe y si este se equivoca la responsabilidad es compartida o se diluye en mandos inferiores, sin capacidad de autocritica. Al no existir un proceso de discusión interno en la toma de decisiones, en el cual se escuchen todas las opiniones respecto a los procesos, produce que buenas ideas se pierdan y desmotivación de parte de los trabajadores.
Con la finalidad de que podamos contar con los mejores en las estructuras de las empresas e instituciones del Estado debemos tender a generar espacios para mejorar los espacios creativos, en que las personas puedan exponer sus opiniones de manera argumentadas, sin peligro a ser calificada de conflictiva o a ser despedida, con jefaturas que tiendan a ser puentes y no diques y que saquen la mejor.
Muchas veces cuando las personas ven que su posición no escuchada a la larga termina siendo la mejor se desmotivan, pues se dan cuenta que están siendo dirigidas con menos competencias o capacidades que ellos y al revés cuando quien dirige se da cuenta de una persona con mayores capacidades que el tiende por envidia a tratar de hacerlo un lado y muchas veces en mala lid.