Por Hugo Vera Beltrán, académico de Derecho, Universidad Andrés Bello
Desde el 15 de marzo de 1983 se celebra el Día Mundial de los Derechos del Consumidor, como una forma de promover los derechos fundamentales de todos los consumidores alrededor del mundo y, como no podía ser menos, desde esta realidad nos corresponde hacer algunas reflexiones al respecto, observando algunos hitos recientes.
El año recién pasado se aprobó una más de las múltiples reformas a la ley de protección de consumidores chilena, con un ambicioso encabezado del denominado proyecto “pro-consumidor”, y que recibirá plena aplicación durante el curso del presente 2022.
Las actualizaciones de la ley son variadas: ampliación de los plazos de garantía legal, nuevas exigencias en materia de mercado automotriz, de comercio electrónico, datos personales de los consumidores y transporte aéreo entre otros tópicos.
Además, es muy importante destacar el avance que significa para la urgente necesidad de sustentabilidad en el consumo la reciente ley 21.368, normativa que en el contexto de crisis ambiental en que nos encontramos, regula, e incluso prohíbe en algunos casos, la entrega de plásticos de un solo uso.
Todo lo anterior representa un desafío para los principales actores de esta ecuación: las empresas, las autoridades fiscalizadoras, los tribunales de justicia y, por cierto, los consumidores cada vez más y mejor informados.
Pero bien sabemos que la economía, los nuevos mercados o negocios y las expectativas de los consumidores se desenvuelven mucho más rápido que las regulaciones y que, por lo tanto, no podemos estar pendientes y formulando constantes modificaciones o actualizaciones legislativas cada 2 o 3 años, o depositando nuestras expectativas al muy probable reconocimiento constitucional de los derechos del consumidor, si no instalamos en la discusión pública permanente el imperativo de que la experiencia de consumo debe ser segura, transparente y confiable.
Como bien se ha reconocido, inclusive por Naciones Unidas, se trata de un esquema en que todas cada una de las partes deben asumir un compromiso constante con la promoción de los derechos del consumidor, evaluando sus prácticas y “ajustando sus velas” hacia los nuevos desafíos: como el compromiso con el cuidado del medioambiente, la no discriminación, la protección de los datos y de la privacidad de los consumidores cada vez más expuestos, el compromiso ético publicitario y con el combate a las “fake news”, entre otras causas. En suma, más que una celebración, es un día que nos permite reflexionar en qué pie estamos, y qué nuevos desafíos nos tocará enfrentar.